EL FUTURO DEL TRABAJO: ¿ROBOTS VERSUS HUMANOS?
En un futuro, muchos más trabajadores latinoamericanos trabajarán de esta manera.
Brenda Hali vive en México pero trabaja a distancia como gerente de mercadotecnia para una empresa en Silicon Valley, Estados Unidos. Este formato de trabajo le da la flexibilidad para diseñar su propio horario, lo que le permite estudiar y viajar. En su opinión, es un modelo que funciona bien para ella. “Me gusta la libertad que tengo para poder administrar mi tiempo y poder estar en los lugares que yo decida. Al menos en mi generación, valoramos mucho este balance entre vida y trabajo y el balance entre viajar y poder ser productivo”, dice.
El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe está marcado por dos grandes tendencias: el rápido cambio tecnológico y el envejecimiento poblacional. Ahora bien, ambas tendencias pueden ser positivas, pues permiten vivir más años, abandonar los trabajos más repetitivos y mejorar nuestra calidad de vida.
Sin embargo, para aprovechar los posibles beneficios, es importante actuar de manera decisiva. Y ojo, que no será una tarea fácil. En comparación a los países desarrollados, actualmente los de América Latina y el Caribe no cuentan con las capacidades, habilidades e infraestructuras necesarias para responder a la revolución tecnológica y al cambio demográfico.
Uno de los grandes retos es la falta de capacitación. Los bajos niveles de preparación de la mano de obra en la región limitan la adopción de nuevas tecnologías y la capacidad de los trabajadores a adaptarse a ellas. En otras regiones del mundo, los avances en automatización y la inteligencia artificial reemplazaron muchos empleos que no necesitan un gran razonamiento abstracto para llevarse a cabo y que son rutinarios . En esos mismos países, la tecnología también creó muchos nuevos trabajos para personas altamente calificadas. Esto abre nuevas oportunidades laborales para aquellos trabajadores que se capaciten en nuevas habilidades.
En América Latina y el Caribe, parte del problema es que las empresas tienen pocos incentivos para invertir en la capacitación de sus empleados y en el uso de tecnologías en sus procesos de producción. El bajo costo de la mano de obra no incentiva la automatización de los procesos, y la mayoría de las firmas en la región son pequeñas, lo cual dificulta la innovación. Por ejemplo, de acuerdo con la Encuesta de Habilidades al Trabajo en Perú (ENHAT), solo un 27% de las empresas han incorporado nuevas tecnologías, de las cuales solo un 7% utilizan servicios avanzados en redes. Esto reduce la competitividad de las empresas regionales frente a sus pares en otros países.
En los próximos años, el hecho de que los empleados latinoamericanos no trabajen con la tecnología en otros roles podría poner en riesgo muchos trabajos. De acuerdo a una serie de investigaciones, en varios países de la región hasta un 75% de los trabajos tienen un alto riesgo de ser automatizados.
En cuanto al cambio demográfico, la región está envejeciendo a un ritmo acelerado. En otros países, tomó entre 50 y 75 años para que la cantidad de adultos mayores de 65 años aumentara del 10% al 20%. En algunos países de América Latina, como Nicaragua y México, esto está ocurriendo en un periodo menor a 25 años.
Esto representa un reto enorme porque los actuales sistemas de seguridad social no están preparados para servir a esta población: su cobertura es muy escasa: las pensiones son, a menudo, insuficientes; y, en la mayoría de los casos, su sostenibilidad financiera y social no están garantizadas.
¿CUÁLES SERÁN LOS NUEVOS TRABAJOS?
Entonces, ¿cómo serán los trabajos del futuro? Como ha ocurrido con todos los cambios tecnológicos anteriores, se perderán algunos trabajos y se generarán otros nuevos. La mayor expectativa de cambio será en torno a la automatización, la inteligencia artificial y las plataformas digitales de intermediación.
En particular, se espera que surjan nuevos empleos que complementen o trabajen en conjunto con la tecnología, sobre todo como ‘entrenadores’ para sistemas de inteligencia artificial, ‘explicadores’ para comunicar los resultados de estos sistemas, y ‘sostenedores’ para monitorear el comportamiento de los sistemas, incluyendo su adhesión a conductas éticas.
“Lo que le diría a mis hijos es que se especialicen en dos cosas: o bien, en algo que se complemente con la inteligencia artificial como la capacidad de resolver problemas, o en algo que las máquinas difícilmente van a poder sustituir como la empatía hacia otro ser humano”, dice Julián Messina, especialista líder del Departamento de Investigación del BID. “Todo lo que sea trabajo interpersonal que requiera comunicación, no solamente verbal sino también no verbal, va a ser muy difícil que lo sustituyamos con máquinas”.
En el caso de Brenda, su especialización en el uso de herramientas tecnológicas en un campo que requiere comunicación interpersonal le ha ofrecido una ventaja comparativa frente a otras personas alrededor del mundo. Para ella, sus habilidades son una mezcla entre capacidades técnicas, sociales y analíticas. “Puedo dividir mis habilidades en dos: soft skills y hard skills. Por un lado, mi adaptación a la tecnología creo que me da una ventaja y, por otro lado, en soft skills hay varias cosas: una es la parte multicultural y la otra es la capacidad de gestión de tiempo con un enfoque a resultados”, dice.
También seguirán existiendo trabajos tradicionales, aunque muchos serán contratados a través de plataformas digitales como Uber, Airbnb o Rappi. Este tipo de plataformas eliminan barreras de acceso al trabajo, lo que puede generar empleos para personas que requieren un alto grado de flexibilidad de horarios. También pueden facilitar la labor de adultos mayores o estudiantes que buscan empleos a tiempo parcial.
“Lo que le diría a mis hijos es que se especialicen en dos cosas: o bien, en algo que se complemente con la inteligencia artificial como la capacidad de resolver problemas, o en algo que las máquinas difícilmente van a poder sustituir como la empatía hacia otro ser humano”
Esta realidad permite que las empresas puedan ubicar y contratar trabajadores para tareas específicas sin que exista de por medio una relación laboral. Para algunas personas, esto brinda una flexibilidad bienvenida; para otras, supone el fin de las protecciones y seguridades de un contrato asalariado.
Estas nuevas formas de trabajo también suponen retos para los mecanismos de seguridad social. Tradicionalmente, los sistemas de salud y pensiones están diseñados para trabajadores con un empleo asalariado, en un horario concreto y trabajando para un solo empleador; un esquema que resulta muy lejano al que se ha desarrollado bajo estas nuevas tecnologías.
En opinión de Laura Ripani, especialista principal de la División de Mercados Laborales del BID, los gobiernos tienen que diseñar nuevos mecanismos para que los trabajadores independientes que utilizan estas plataformas puedan acceder a una pensión en la vejez. “Es importantísimo que el Estado use la tecnología como un aliado, especialmente para estos trabajadores independientes. Dado que ellos usarán tecnología para conseguir un empleo, el estado podría apoyarse en esas mismas plataformas para conseguir que los independientes aporten a la seguridad social”, dice.
Frente a todos estos retos en el mercado laboral, la principal recomendación de los especialistas del BID es que los trabajadores continúen capacitándose durante toda su vida y las empresas identifiquen las habilidades necesarias en el mercado, y que inviertan en la capacitación de sus empleados. “La mejor respuesta al desafío del desarrollo tecnológico es la educación. Es en ese aspecto donde podemos matar dos pájaros de un tiro: aprovechar las nuevas tecnologías y a la vez conseguir una sociedad más inclusiva con menos desigualdad”, dice Messina.
Para Brenda, la capacitación ha sido clave para conseguir mejores empleos en un mercado laboral que cambia todo el tiempo. “Al menos yo me siento optimista y más también porque procuro educarme. Todas las semanas estoy aprendiendo algo y esto hace que no te quedes detrás de las nuevas tendencias de marketing, de cómo están cambiando las cosas, de los algoritmos o hacia donde están invirtiendo las empresas”, dice.