|
El Galpon
Teatros en Montevideo |
2408 3366 |
Avda 18 De Julio 1618 |
del Centro Carlos E Scheck
Teatros en Montevideo |
2902 8915 |
Plza De Cagancha 1162 |
Institucion
Teatral El Galpon |
2400 2263 |
Avda 18 De Julio 1618 |
El Galpon
Teatros en Montevideo |
2400 8477 |
Avda 18 De Julio 1618 |
Institucion Teatral
El Galpon |
2400 7643 |
Avda 18 De Julio 1618 |
El Galpon
Teatros en Montevideo |
2409 4207 |
Avda 18 De Julio 1618 |
Institución Teatral
El Galpon |
2902 6021 |
Avda Uruguay 830 |
De La Gaviota
Teatros en Montevideo |
2402 0542 |
Mercedes 1805 |
Stella
Teatros en Montevideo |
2408 2649 |
Mercedes 1805 |
De La Candela
Teatros en Montevideo |
2712 3227 |
Ellauri Jose 306 - Ap
Subsue |
del Anglo
Teatros en Montevideo |
2902 7634 |
San Jose 1426 |
Circular De Montevideo
Teatros en Montevideo |
2900 8138 |
Avda Rondeau General
1388 |
Sala Verdi Administracion
Imm Teatros en Montevideo
|
2901 0298 |
Soriano 914 |
Espacio Teatros
en Montevideo |
2900 0316 |
Mercedes 869 |
Institución Teatral
El Tinglado |
2408 5362 |
Colonia 2035 |
Florencio Sanchez
Imm Teatros en Montevideo |
2314 7351 |
Grecia 3281 |
Federacion
Uruguaya De Teatros Independientes |
2403 1238 |
Tacuarembo 1442 - Ap 319 |
Teatro De Verano |
2711 7747 |
Rbla Wilson Presidente
S/N - S/N |
Asociacion
Civil Teatros en Montevideo Victoria |
2901 9971 |
Rio Negro 1479 |
Fundacion
Amigos del Teatros en Montevideo Solis |
2915 0039 |
Reconquista S/N - S/N |
Imm Teatros en Montevideo
Solis Vestuario |
2915 9816 |
Mitre Bartolome 1223 |
Tienda Regalos Teatros en
Montevideo Solis |
2916 3175 |
Buenos Aires 686 |
Imm
Escenografia Y Mantenimiento De Teatros en Montevideos |
2209 1095 |
Luna General 1190 |
Intendencia Municipal De
Montevideo Departamento D |
2226 0149 |
los Angeles 5340 |
Imm Teatros en Montevideo
Florencio Sanchez Boleteria |
2311 7272 |
Grecia 3281 |
Asociacion
Israelita Dr J Zhilovsky Teatros en Montevideo |
2410 3346 |
Durazno 1476 |
Teatro De Verano Pta
Rieles |
2511 5034 |
Cmno Maldonado 6850 -
Cmno Maldonado 6850 |
Comision
De Fomento Teatros en Montevideo Y Plaza Flor |
2514 7279 |
Acuña Manuel 3099 |
Teatro De Verano Ramon
Collazo |
2712 4972 |
Rbla Wilson Presidente
S/N - S/N |
Sala Verdi Boletería
Imm Teatros en Montevideo |
2902 0325 |
Soriano 914 |
Sala Zitarrosa |
2903 1801 |
Avda 18 De Julio 1008 -
18 Julio 1008 |
Imm
Departamento De Cultura Arquitectura Teatros en Montevideo
|
2915 9853 |
Buenos Aires 678 |
Imm Departamento De
Cultura Teatros en Montevideo Solis
Direccion |
2915 9881 |
Buenos Aires 678 |
Imm
Departamento De Cultura Arquitectura Teatros en
Montevideo |
2915 9770 |
Buenos Aires 686 |
Imm
Departamento De Cultura Teatros en Montevideo
|
2915 9844 |
Ciudadela 1229 |
Imm
Departamento De Cultura Teatros en Montevideo En El Aula |
2915 9869 |
Ciudadela 1229 |
Imm
Departamento De Cultura Teatros en Montevideo
Solis Direccion |
2915 9829 |
Mitre Bartolome 1270 |
Imm Division
Promocion Cultural Servicio De Teatros en Montevideo |
2915 9860 |
Ciudadela 1229 |
Imm
Division Promocion Cultural Infraestructura Teatral |
2915 1942 |
Mitre Bartolome 1225 |
Telefono
Publico Tarjeta Teatros en Montevideo Solis |
2915 5799 |
Buenos Aires 678 - Buenos Aires 678 |
Telefono
Publico Tarjeta Teatros en Montevideo Solis |
2916 3693 |
Buenos Aires 678 - Buenos Aires 678 |
Teatros en Montevideo
Historia del Teatro EL
GALPON
Los orígenes de El Galpón se remontan al Uruguay de la post-guerra,
el cual estaba iniciando una etapa de desarrollo socio-económico
fundado en los favorables términos de intercambio que la situación
internacional concedió a la producción agropecuaria de este pequeño
país.
Un Uruguay culto y europeo que era visto por los uruguayos de aquel
tiempo como un caso excepcional dentro del continente y que
desarrolló en ellos un orgullo nacional- refrendado por
espectaculares triunfos deportivos a nivel mundial- que encontró
expresión en un dicho repetido alegremente por la mayoría: "como el
Uruguay no hay". En ese marco, nuestra ciudad capital, Montevideo,
vio crecer intensamente su vida cultural y artística y una de sus
manifestaciones fue un movimiento nacido en la década del' 40- , que
se desarrolló ampliamente en los'50 y parte de los'60: el teatro
independiente.
Este movimiento respondió al interés creciente del público
montevideano por ver teatro de calidad y al interés de los hacedores
del teatro por ser dueños de los medios de producción e
independizarse de los empresarios o de cualquier otro factor que no
les permitiera hacer el teatro que querían hacer. Los teatros
independientes se organizaron como federación con la denominación de
FUTI , Federación Uruguaya de Teatros Independientes, y - en el
transcurso de dos décadas - lograron integrarse mas de quince grupos
teatrales - en una ciudad que no pasaba el millón de habitantes -
con sus respectivas salas de espectáculos.
En aquellos años de prosperidad y efervescencia cultural los
componentes de "La isla", elenco integrado por jóvenes y dirigido
por Atahualpa del Cioppo, se juntaron con integrantes del "Teatro
del Pueblo" para fundar la nueva institución que tomó su nombre del
depósito de barraca que habían alquilado para sus espectáculos y que
debieron transformar en teatro.
Durante sus primeros 27 años (desde el 2 de setiembre de 1949 al 7
de mayo de 1976) "El Galpón" inauguró, en 1951, un primer espacio
teatral con capacidad para 150 espectadores, la Sala Mercedes, en un
local - hoy demolido - ubicado en la esquina de las calles Mercedes
y Roxlo; construyó su primera sede, adquirió un cine, lo transformó
en su gran Sala "18" dotándola de los adelantos técnicos necesarios
para su funcionamiento y desarrolló un sólido prestigio como
institución artística y cultural que comenzó a trascender las
fronteras del Uruguay.
Desde los primeros pasos, y para convertir aquel galpón en un
teatro, la institución trabajó de una forma que va a signar toda su
historia: apela a la colaboración popular directa. Así, golpeando
puerta por puerta, se va requiriendo el apoyo popular: dinero,
botellas vacías, diarios viejos, objetos en desuso para vender y
convertir en ladrillos, madera o telas. Asimismo, recurre a la
asociación del público con el teatro, de modo que, por el pago de
una cuota mensual, los espectadores adquieren el derecho de acceso a
todos los espectáculos que presenta la institución y ésta se asegura
un ingreso fijo que no depende de las alternativas de la taquilla.
Con una idea clara: no hay teatro independiente si no hay hombres
capaces de integrar a su desarrollo artístico la capacidad física y
organizativa para construir la infraestructura necesaria para su
actividad.
En consecuencia, no hay teatro si no hay salas en manos de los
propios creadores, que puedan así consolidar su desarrollo
artístico; no hay teatro si no hay mucha gente capaz de reconocerle
a una institución una representatividad artística y social que la
haga digna de ser apoyada. La historia de "El Galpón" es obviamente
una historia teatral, pero también es una historia de artesanos, de
organizadores, de especialistas en campañas financieras que han
querido afirmar su profesión teatral en el basamento social que esa
profesión debe tener en un país como el Uruguay, donde el Estado no
ha subvencionado la actividad teatral independiente y en donde los
actores se han debido ganar la vida con otros empleos, para poder
hacer teatro fuera de sus horarios de trabajo.
Desde su fundación "El Galpón" empezó a elaborar y a aplicar una
política teatral y cultural de vastas proyecciones sobre los
requerimientos del público uruguayo. Fundamentalmente desarrolló un
repertorio que fue dando cabida a las expresiones de la dramaturgia
universal, latinoamericana y nacional. Por otro lado, la apertura de
su teatro a otras disciplinas (la literatura, la plástica, la
música, la danza) hizo de "El Galpón" un lugar de confluencia de
amplios sectores de la cultura nacional. Casi desde sus inicios, la
fundación de una escuela de arte escénico le ha permitido formar a
sus futuros integrantes, no solo en su condición de actores, sino en
la pluralidad de capacidades que exige una institución de esta
naturaleza. También un elenco de titiriteros y su escuela, un
seminario de autores; y trabando todos estos factores, una
organización interna que permitió desarrollar una buena vinculación
con las organizaciones sociales y culturales que se iban
desarrollando en el medio social. Esta política teatral y cultural
fue acompañada por importantes éxitos de público y por el aumento de
la cantidad de socios contribuyentes, así como el de las pequeñas y
grandes donaciones, que posibilitaron pasos fundamentales de la
institución. En 1964, el crecimiento de "El Galpón" llevó a sus
integrantes a adquirir un cine cercano a su sede, en la Avenida 18
de Julio - el Grand Palace - para comenzar a transformarlo en una
nueva sala teatral.
Cuando "El Galpón" se propuso construir su nueva sala, conservando
la anterior, para ampliar su repertorio y el régimen de funciones,
la situación del Uruguay había variado considerablemente. El
estancamiento de la producción y la caída del poder adquisitivo de
los salarios, demostraron palpable y amargamente que la breve
prosperidad que había gozado el país llegaba a su fin. Los gobiernos
del período adoptaron frente a la crisis una política de creciente
liberalización de la economía, devaluaron la moneda y se
comprometieron con préstamos internacionales, pero no pudieron
superarla. Los sectores sociales más afectados, las clases medias y
los trabajadores asalariados, reaccionaron con intensas
movilizaciones, apoyadas en la existencia de sindicatos fuertes y
bien organizados. Frente a esto, los sucesivos gobiernos responden
con una escalada de autoritarismo y represión y se producen los
primeros enfrentamientos cruentos entre manifestantes y policía
después de décadas de paz social.
Así, a fines de los años sesenta, el presidente Jorge Pacheco Areco
interviene varios entes públicos, militariza a otros y hace
intervenir al ejército contra la guerrilla urbana de los Tupamaros.
En esos momentos de intensa polarización, "El Galpón" encontró una
amplia respuesta a su proyecto de construir una nueva sala porque
pudo apoyarse en las simpatías de quienes veían en el teatro
independiente una defensa de los valores humanos sociales y
culturales amenazados por la creciente represión. Gracias a ello y
al esfuerzo de los integrantes, la ciudad vio construir un nuevo
teatro de grandes dimensiones en su principal avenida, con capacidad
para 650 espectadores, dependencias para la escuela de artes
escénicas y un amplio hall apto para la realización de exposiciones.
Después de años de trabajo fue inaugurada la Sala 18, el 9 de Enero
de 1969, con el estreno de la obra de Bertolt Brecht " El Señor
Puntila y su criado Matti", bajo la dirección de César Campodónico,
uno de los fundadores de 1949. Con las dos salas en funcionamiento
se produjeron espectáculos que convocaron a un creciente número de
espectadores. Entre ellos podemos destacar "El asesinato de Malcom
X", del uruguayo Hiber Conteris, dirigido por Júver Salcedo ( 1969),
"Libertad, libertad", de Fernández y Rangel, con dirección de
Campodónico (1969) y "Fuenteovejuna" (1969) de Lope de Vega, en un
impactante montaje de Antonio Larreta que provocó entusiasmo,
adhesiones apasionadas y encendidas polémicas.
La crisis del Uruguay liberal concluyó con un golpe de estado del
presidente electo en 1971, Juan M. Bordaberry, quien, en junio de
1973, disolvió las cámaras legislativas con el apoyo del ejército y
dio paso a la dictadura militar que precipitó al país en uno de los
períodos mas oscuros de su historia. Junto con la persecución
política y sindical se desarrolló una intensa represión cultural,
con destrucción de cientos de libros, discos, obras de arte,
intervención militar de la enseñanza básica y universitaria. En ese
contexto, durante los primeros años de la década del 70', las obras
de "El Galpón" fueron estrenadas en medio de amenazas, atentados de
bandas parapoliciales, detenciones de los actores por la policía e
interdicciones para algunos de ellos; sin embargo el elenco siguió
trabajando sustituyendo actores, multiplicando su actividad y
comprometiéndose con un repertorio claramente contestatario al que
el público se adhería, casi como una militancia política.
Finalmente, por decreto del 7 de Mayo de 1976 , la dictadura
"ilegalizó" a la institución, disolvió su elenco, confiscó sus
bienes y prohibió toda actividad teatral y cultural a sus
integrantes. La posterior persecución policial a muchos de ellos
llevó a estos a tomar el camino del asilo político que generosamente
fue concedido por México en donde, a partir del 2 de setiembre de
1976, "El Galpón" reinició su actividad teatral y cultural. El grupo
llevaba casi treinta años de actividad ininterrumpida, tenía un
elenco de más de treinta actores y unos setenta colaboradores
inmediatos, una rica biblioteca teatral, un archivo de vestuario y
utilería correspondiente a más de cien títulos y cinco mil socios
contribuyentes con cuotas mensuales.
Durante el exilio mexicano, comprendido entre 1976 y 1984, "El
Galpón" conservó la unidad del grupo y su organización y métodos de
trabajo, con una importante modificación: las nuevas condiciones
obligaron a sus integrantes a profesionalizarse. Esto fue posible
también gracias a los contratos que obtuvo el elenco del gobierno
mexicano y numerosos organismos culturales, sindicales,
universidades, casas de arte y cultura, estatales y privados. Así,
sus espectáculos se presentaron en centenares de ciudades y pueblos,
en los treinta y dos estados de México. Una de sus preocupaciones
permanentes fue también la de promover la solidaridad de los pueblos
latinoamericanos y, en primer lugar, del país anfitrión con el
pueblo uruguayo y contra la dictadura. De este modo, la sede de "El
Galpón" en México, inaugurada en 1979, fue también centro de reunión
y de encuentros con escritores, directores de cine, lugar de
exposiciones, conferencias, espectáculos de danza, conciertos,
además de sala teatral donde se presentaron varios grupos mexicanos
y latinoamericanos.
La intensidad de la actividad desplegada en el exilio se mide además
por el número de funciones: más de dos mil quinientas, de las cuales
doscientas cincuenta tienen lugar fuera de México, en menos de ocho
años. En sus permanentes giras el elenco se presentó también en más
de veinte países de América y Europa, desde Canadá a la Argentina y
desde España a la URSS.
Durante ese tiempo los integrantes de "El Galpón" que quedaron en
Montevideo participaron activamente en el movimiento teatral
independiente y en las instancias generadoras de avance en la
recuperación democrática. La lucha popular fue abriéndose caminos
hasta concretarse en notorios cambios a favor del retorno a la
democracia como los surgidos a partir de la votación por el No en
1980 y la proclama del Obelisco en 1983. Atahualpa del Cioppo llegó
al Uruguay junto con Daniel Viglietti - el popular músico, también
exiliado - el 1º de Setiembre de 1984 y su retorno anticipó el de
todo el elenco. Ese día una caravana espontánea los fue a recibir al
Aeropuerto y los acompañó hasta el centro de Montevideo. El 2 de
Setiembre, en el Teatro Carlos Brussa, todo el movimiento teatral
uruguayo, incluida la Comedia Nacional, le ofrecía un homenaje al
gran maestro y al elenco aún ausente.
Finalmente, el elenco de "El Galpón" regresó de México, junto con
Camerata Punta del Este y otros exiliados, en octubre de ese año, y
otra vez fue recibido por una impresionante caravana de recepción.
Inmediatamente comenzó la presentación de algunos espectáculos en el
Teatro Astral, Casa del Teatro y Alianza Francesa: "Pluto", "Puro
cuento", "Voces de amor y lucha" y el estreno de “El enfermo
imaginario”. Al mismo tiempo se produjo la reunificación con los
integrantes que se habían quedado en el país sosteniendo desde
distintas trincheras la lucha contra la dictadura.
En 1985, el gobierno democrático presidido por Julio María
Sanguinetti decreta, entre sus primeras medidas, la revocación de
las disposiciones que habían puesto fuera de la ley a "El Galpón",
así como también la devolución de los bienes que le habían sido
confiscados durante la dictadura. Lamentablemente, el decreto - ley
no restituyó la institución a la situación anterior a la clausura,
porque la "sala Mercedes", que era alquilada, había sido devuelta a
sus dueños y demolida, dispersándose todo su equipamiento técnico y
materiales anexos. Lo mismo sucedió con los vestuarios, la
biblioteca, los archivos y aún las máquinas de oficina que se
encontraban en la sede ubicada en la "Sala 18" que finalmente fue
reintegrada a la institución. Recuperada la sala, comenzaron los
trabajos de reacondicionamiento que permitieron reabrirla, dos meses
después, con una gran fiesta popular y con el re-estreno de
"Artigas, General del Pueblo", obra sobre la trayectoria de nuestro
héroe nacional, que bajo la co-dirección de Atahualpa del Cioppo y
César Campodónico, se había puesto en el exilio para recorrer
América como un testimonio de oposición a la dictadura. En medio del
entusiasmo del reencuentro, con una recepción social de simpatía
ampliamente favorable, "El Galpón" inició una temporada abigarrada,
pero además articuló una campaña de socios, que llegarían en 1988 a
más de 10.000, aumentó el número de profesionales del teatro,
reabrió su Escuela de Artes Escénicas, reorganizó su elenco de
títeres, abrió un seminario de dramaturgia e inició la experiencia
de la Extensión Cultural, actividad por la que se presentaron, a muy
bajo precio, espectáculos especialmente preparados para niños y
jóvenes en horario escolar para que estos pudieran concurrir con sus
maestros.
En los años siguientes,"El Galpón" incorporó a su elenco a las
promociones de las dos escuelas que pudo organizar, realizó
numerosas giras por el interior del país y por varios países de
América y Europa. A fines de los 80' y comienzos de los 90', nuevas
manifestaciones de recesión económica y un retraimiento de la
participación de los distintos actores sociales en las actividades
culturales provocaron dificultades financieras, que llevaron a la
institución a detener su crecimiento, a replantearse formas
organizativas y a desarticular el modelo de profesionalización que
se había implantado en México. Esa situación pudo ser superada,
aunque aun hoy en día no se ha podido restablecer el sistema de
profesionalización de los actores de El Galpón, sin duda, una de las
reivindicaciones más poderosas de todos los actores uruguayos.
Sorteada la crisis, el grupo se encaminó a dar pasos muy importantes
hacia el crecimiento de su infraestructura: la construcción de dos
nuevas salas en la sede de la Avenida 18 de Julio. Así, en 1993, con
la obra “La otra Juana” de Andrés Mastandrea y dirección de Juan
Carlos Moretti, se inauguró la Sala Cero, con capacidad para 70
espectadores y un tamaño adecuado para los espectáculos de
experimentación. De mayor aliento, y aún más espectacular, fue la
construcción de la Sala Atahualpa, en menos de un año. Esta sala de
disposición circular, con una capacidad para 250 espectadores, fue
inaugurada el 26 de Octubre de 1995 con la obra del autor nacional
Eduardo Sarlós "El día que el río Jordán paso por la Teja" dirigida
por César Campodónico y Héctor Guido.
En 1997, " El Galpón" se asocia con el Teatro Circular de
Montevideo, para lanzar la propuesta "Socio Espectacular" (www.socioespectacular.com.uy).
Socio Espectacular es un sistema de socios más amplio que el ya
tradicional que sostuvo a las instituciones teatrales desde su
nacimiento. Por el pago de una cuota mensual, se ofrece entrada
gratuita para todos los espectáculos de ambas instituciones, además
de los ofrecidos por la Comedia Nacional, y otros grupos teatrales,
a lo que se agrega la posibilidad de obtener ingreso gratuito a
distintos cines de la ciudad, tanto de estreno como de arte (Cine
Universitario y Cinemateca Uruguaya) y a una colección de libros de
la Editorial Banda Oriental que se entregan mensualmente. Además, se
ofrece el ingreso gratuito a los espectáculos deportivos organizados
por la Asociación Uruguaya de Fútbol y Liga Uruguaya de Basquetbol,
así como en el carnaval, la Orquesta Filarmónica y el SODRE. Una
situación absolutamente novedosa en el panorama cultural de
Montevideo en donde desde el esfuerzo de dos teatros independientes
se ha podido unificar el interés del público por acceder a bienes
culturales tan diversos, desde un libro a una entrada de fútbol,
desde un espectáculo popular de carnaval a un concierto de la
Filarmónica, en una única propuesta que se pone a su disposición por
un precio muy accesible.
Entrado el siglo XXI, El Galpón cuenta con un elenco de cuarenta
actores, una infraestructura de enorme valor sostenida por el
trabajo de más de medio centenar de personas, entre integrantes,
empleados y colaboradores, vinculaciones nacionales e
internacionales con grupos e instituciones culturales y públicas
fluidas y de mejoramiento recíproco, un sistema de Extensión
Cultural en crecimiento continuo, la siempre removedora iniciativa
de SOCIO ESPECTACULAR, la elaboración constante de proyectos de
participación activa y una posición de gravitación central en esta
nueva realidad del Uruguay. Así lo demuestra el nuevo proyecto ABONO
CULTURAL, tendiente a una política cultural de inclusión de grandes
sectores sociales, recientemente propuesto por Teatro El Galpón y
Teatro Circular y declarado de Interés Nacional por parte de
Presidencia de la República.
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Teatros en Montevideo
El Teatro Solis.
El Teatro Solís constituye el principal escenario artístico de la
ciudad de Montevideo, Uruguay.
Concepción del proyecto
El 25 de junio de 1840 se conforma en Montevideo una sociedad de
accionistas, que estaría dedicada a la construcción y empresa de un
teatro. La misma fue fruto de la iniciativa de Juan Miguel Martínez
y Antonio Rius, a quienes se les incorporarían posteriormente
Vicente Vázquez, Luis Lamas, Juan Benito Blanco, Ramón de
Artagaveitía, Manuel Herrera y Obes, Juan Miguel Martínez, Francisco
Farrial —o Farías, según otras fuentes— y Florentino
Castellanos. Todos ellos formaban la Comisión Directiva
de una sociedad que llegó a agrupar a 156 empresarios en total.
La primera reunión de la Empresa para un Nuevo Teatro en Montevideo
—tal su denominación— se llevó a cabo el 16 de junio de ese mismo
año, en donde se fundamentó la construcción del novel recinto
cultural como una expresión de un libre espíritu empresarial, el
cual se preocupó de proveer a la sociedad del naciente Estado
Oriental del Uruguay de un «teatro que esté en armonía con la
prosperidad y la riqueza de la República», justificándolo como «una
necesidad indispensable para nuestra sociedad, a la altura que ha
llegado su ilustración y comercio».
Al margen de la intención manifiesta de dotar a Montevideo de un
teatro de grandes proporciones para su medio,[nota 1] se interpreta
asimismo esta iniciativa como una evidente necesidad por parte de
las altas esferas de una sociedad emergente, de ejercer un
protagonismo social y político en la misma. Los actores públicos que
constituían esta clase no se relacionaban con sus homónimos
privados, dado que se trataba de los mismos individuos; quienes
cumplían funciones políticas en el nuevo Estado también constituían
asociaciones civiles de índole cultural, científico o
comercial.[nota 2] En ese marco, el nuevo teatro era considerado
como una plataforma que propiciaba la socialización entre los
miembros las esferas más poderosas de esa sociedad primigenia,
permitiendo «ver» y «ser visto».
Primer informe de Zucchi
En agosto de 1840, el arquitecto modenés Carlo Zucchi presentó a la
sociedad un informe, en donde detalla los terrenos disponibles en la
ciudad para la construcción del nuevo teatro. En dicho
informe, Zucchi pone a consideración de la Comisión Directiva tres
solares distintos:
Para el mejor análisis de los terrenos, denominaré A, el que era
plazoleta, frente al antiguo Parque de Ingenieros, ahora
Departamento de Policía; B, el del Sr. D. Elías Gil, al S del
Mercado; C, el de los Sres. Carreras, sito en la prolongación de la
Calle de San Sebastián.
Carlo Zucchi, Proyecto de teatro compuesto y dibujado por el
ingeniero arquitecto Carlo Zucchi. 31 de agosto de 1840.
Actualmente, los terrenos identificados y descritos por Zucchi
corresponderían a los siguientes:
* A: Área delimitada por las calles Sarandí, Bartolomé Mitre, Buenos
Aires y circunvalación Plaza Independencia, atravesada por calle
Bacacay.
* B: Manzana delimitada por circunvalación Plaza Independencia, y
las calles Ciudadela, San José y Liniers.
* C: Manzana delimitada por las calles Buenos Aires, Bartolomé
Mitre, Reconquista y Liniers.
Zucchi demuestra en este informe una gran preocupación sobre la
ubicación del teatro, argumentando que la elección del solar en
cuestión afectaría de manera sustancial la estructura, distribución
y aspecto general del mismo. Concretamente según él, elementos como
la disposición de la platea, el aforo y la orquesta, así como del
alcantarillado, los aljibes y los depósitos de agua que alimentarían
el sistema de bombas hidráulicas —«que dispuestas oportunamente
proporcionarán la salubridad tan recomendada por los preceptos de
higiene», acorde con la influencia higienista predominante— eran
particularmente susceptibles al tipo de suelo donde se asentaría el
teatro. Advertía, en caso de elegirse un suelo poco apto para
albergar todos estos elementos, del considerable aumento de
presupuesto que acarrearía la obra debido a eventuales
construcciones de terraplenes, así como de las variaciones que
presentaría la estructura del edificio.
Tomando en cuenta lo anterior, es que Zucchi consideraba a la opción
A como la más idónea para la erección de un edificio de esta
naturaleza. Sin embargo, en su informe lamenta el hecho de que en
1838 dicha área fuera loteada irregularmente, pese a ser reservada
tres años antes para este fin. Pasa entonces a centrarse en la
opción C, donde describe que los trabajos de excavación «Se hallan
casi de antemano hechos por la naturaleza», además de notar la
existencia de una cañada, aprovechable para el sistema de desagüe
del teatro. Desventajas como la inclinación Norte - Sur superior al
4% o la ubicación alejada respecto de la ciudad fueron relativizadas
por Zucchi, considerando que la presencia del teatro provocaría el
poblamiento de la zona circundante, además de que la distancia entre
los distintos terrenos considerados no sería lo suficientemente
significativa como para descartar esta opción.
En en apartado Descripción del teatro del informe de su proyecto,
dicho arquitecto es categórico respecto a las características
esenciales del croquis que concibe.
No debo tampoco ocultar que en la composición de este proyecto he
alejado toda idea de mezquindad, sin por esto separarme de la
economía. Obrando de este modo he puesto en práctica el inconcluso
axioma recomendado por todos los hombres versados y prácticos en la
materia, y que tan a propósito repiten Lomet y Krafft en su
Arquitectura de los teatros: «Que los edificios de utilidad pública
se han de construir con economía, pero sin ahorro».
Carlo Zucchi, Memoria que acompaña los planos del teatro proyectado
por el ingeniero arquitecto Carlo Zucchi. Enero de 1841.
Describe al mismo como «de segunda clase» en cuanto a su disposición
y «de tercera» en cuanto a su capacidad,[nota 3] apenas superando el
aforo exigido por la Comisión Directiva de 1.500 espectadores —la
capacidad máxima prevista por Zucchi era de 1.584 personas—,
en un teatro cuya superficie total sería del orden de unas 4.668
varas cuadradas,[nota 4] es decir, 3.258 m². El mismo se hallaría
aislado en sus cuatro frentes de las construcciones circundantes,
prestando Zucchi una particular atención en lo que a la
accesibilidad al recinto refiere, mediante la concepción de
explanadas arboladas de 7,5 varas de ancho —6,2 metros— flanqueando
los accesos laterales, y una plazoleta «espaciosa y de suficiente
amplitud» sobre el pórtico principal, a fin de contener la afluencia
de los carruajes.
Bajo dos secciones claramente diferenciadas se subordinaría la
distribución interna del vestíbulo: «una dedicada para todo lo que
concierne al teatro propiamente; la otra para las obras accesorias».
La primera sección comprendería el pórtico exterior —el cual
actuaría como recibidor de los concurrentes—, un atrio principal que
contendría las boleterías, el servicio de guardarropa y los pasillos
que comunicarían con el «café y conferencia», así como una escalera
principal que conduciría a una sala de reunión o descanso
intermedio, la platea general y los distintos órdenes de palcos,
incluyendo el palco de gobierno. La segunda sección abarcaría los
servicios gastronómicos para el público en general como la
cafetería, el restorán y la confitería por un lado, y la alcaldía
del teatro, los almacenes para las decoraciones y las salas de
ensayos por el otro, entre otros sectores relativos a la puesta en
escena.
La capacidad del teatro se organizaría en tres niveles principales:
la platea, los palcos y la cazuela. De forma elipsoidal, la platea
abarcaría 290 varas cuadradas —240,7 m²— y albergaría un máximo de
570 espectadores. Los 102 palcos proyectados en cambio, se hallarían
distribuidos en cuatro órdenes y totalizarían una capacidad de 694
individuos, a razón de 7 personas por palco aproximadamente. De
estos 102, los dos palcos ubicados a ambos lados del proscenio
serían propiedad de la policía y la dirección del teatro, mientras
que los dos sitos al centro del tercer y cuarto orden,
corresponderían a la Presidencia de la República y la Sociedad de
Accionistas respectivamente. Finalmente, la cazuela comprendería a
las cuatro filas de asientos situadas por encima de los cuatro
órdenes de palcos, cuya capacidad sería del orden de los 320
espectadores. Los tres niveles en su conjunto totalizarían el aforo
previsto de 1.584 espectadores.
Por otra parte, la iluminación sería provista por una lámpara de
araña compuesta de 98 luces, ubicada sobre la platea y dotada de un
sistema de poleas y contrapesos que le brindarían ascenso y descenso
a discreción, además de las luminarias del escenario en los bordes
del proscenio y los candelabros auxiliares sobre los palcos y la
cazuela.
En cuanto a la seguridad edilicia, Zucchi preveía que su
distribución de los espacios permitiría la evacuación del teatro
dentro del lapso de 17 minutos, «en caso de inesperados accidentes».
Sin embargo, pese a los exhaustivos informes del arquitecto modenés,
se resolvió descartar su proyecto por motivos estrictamente
presupuestales. Al decir de Susana Salgado,[nota 5] «el proyecto de
Zucchi era magnífico, pero completamente irreal desde el punto de
vista financiero». Es así que el 24 de marzo de 1841, la Comisión
Directiva resuelve devolver todo el proyecto a su diseñador. En
respuesta, Zucchi reclamó el cobro de sus servicios, petición
denegada por parte de dicha comisión ya que entendió que el proyecto
presentado no siguió ni sus lineamientos, ni su presupuesto.
Proyecto Garmendia
Tras el fracaso del proyecto Zucchi, la Comisión Directiva se trazó
como condiciones básicas que el teatro debía contar por lo menos con
una capacidad de 1.500 espectadores sentados, y que la inversión no
debía superar los 125.000 pesos. Una vez acordado esto, el 13 de
mayo se llamó a concurso entre los arquitectos Bocciardi, Pedro
Benoit, Francisco Javier de Garmendia, Juan Lafine y José Toribio.
De todos ellos, Bocciardi y Garmendia fueron los únicos que se
presentaron, resultando ganador este último.
La «Descripción de los pormenores del proyecto levantado por
Francisco Javier de Garmendia para el nuevo teatro que se intenta
erigir en esta ciudad de Montevideo», tal el título del informe
realizado por el mencionado arquitecto, fue presentado ante la
Comisión Directiva el 7 de agosto. En él, Garmendia se limita a
tomar el proyecto original de Zucchi como base de su trabajo, y se
dedica a modificarlo a modo de volverlo económicamente viable.
Entre las reformas concebidas, destacan:
* El vestíbulo del teatro. Si bien se mantuvo la idea de Zucchi de
subdividirlo en dos secciones, Garmendia reordenó las funciones
previstas en el proyecto original para cada sección. A saber:
o En su conjunto, es cambiado de posición a modo de que aumente su
capacidad, manteniendo la misma cantidad de columnas que lo
sostienen.
o En la primer sección, se reformula la escalinata de modo que
conduzca exclusivamente al palco de gobierno, y no a los demás
órdenes de palcos como estaba previsto. No se hace mención al
servicio de guardarropa previsto por Zucchi, a la vez que concibe
dos oficinas, «una para los empresarios del teatro y otra para la
comisión censora del mismo».
o La segunda sección pasa a albergar los accesos principales a los
demás órdenes de palcos, mediante dos escaleras generales de mármol.
Por otra parte, los servicios gastronómicos previstos por Zucchi son
omitidos por Garmendia, a excepción de la cafetería —reubicada al
segundo nivel de los palcos—, y el acceso a las salas de ensayos así
como a los almacenes de vestuario y decoración, es trasladado al
foso de orquesta.
* Los pisos de los corredores y la platea se nivelan a la misma
altura.
* Se sustituye el orden corintio por el dórico compuesto.
Una vez aprobado el proyecto de Garmendia, Vicente Vázquez —en su
calidad de secretario de la Comisión Directiva— se dedicó a redactar
las condiciones del llamado a licitación que adjudicaría:
* Por un lado, la cimentación y construcción del sistema de drenaje.
* Por otro lado, la erección de las columnas de mármol que
soportarían el vestíbulo y el montaje del techo.
* La importación de los materiales necesarios para dichas obras.
El pliego fue firmado por Vázquez el 10 de septiembre, divulgado por
la prensa el 21 de dicho mes y finalmente, el día 27 se decidió la
adjudicación de sendos tramos de la construcción a Rafael Hernández
y Esteban Tiscornia, respectivamente. Asimismo, el 24 de septiembre
Garmendia asumió su cargo de director de obras, tras firmar el
contrato ofrecido por Vázquez y el presidente de la Comisión
Directiva, Juan Francisco Giró.
Estallido de la Guerra Grande y sus repercusiones
Véase también: Guerra Grande
Sólo restaba dar inicio a la construcción; sin embargo, el clima
político que atravesaba Uruguay se encontraba lejos de ser el
idóneo.
Para fines de 1841 hacía dos años que el país se encontraba inmerso
en la Guerra Grande, una guerra civil desatada tras el derrocamiento
del presidente Manuel Oribe en 1838 por parte de quien lo antecedió
en el cargo, el caudillo Fructuoso Rivera. Este hecho provocó que al
año siguiente, el país estuviera bajo el mando de dos gobiernos
paralelos que se consideraban legítimos: el Gobierno del Cerrito
bajo el mando de Oribe y el Gobierno de la Defensa, liderado por
Rivera. Asimismo, el conflicto contó con la participación de la
Confederación Argentina, así como con la intervención diplomática y
militar del Imperio del Brasil, Francia y el Reino Unido.
Bajo este escenario político, fue virtualmente imposible continuar
con la construcción apenas iniciada. Los obreros fueron
llamados para unirse a los ejércitos de uno u otro bando, y en el
caos reinante muchos integrantes de la sociedad de accionistas
emigraron del país, a la vez que se debía hacer frente a los
saqueadores que amenazaban con robar los materiales recién
importados.
Dentro del edificio empezado se guardaba el valioso cargamento de
madera que habíamos hecho traer de Europa, las columnas de mármol,
capiteles y las pizarras destinadas a cubrir los techos, y aquellos
dos comisionados que apenas podían hacer frente a las
extraordinarias exigencias de la situación respecto de nuestras
propiedades, menos podían resistir los ataques nocturnos que se
repetían para apoderarse de ellos.
Comisión Directiva de la Construcción del Teatro Nuevo, 1° de
septiembre de 1852.
Ante esta situación, los comisionados Esteban Tiscornia y Vicente
Gianello arrendaron el terreno donde comenzó a erigirse el teatro a
una familia particular, a modo de asegurar una presencia permanente
en el área y, por contrapartida, obtener dinero destinado a la
conservación de 6.663 pizarras que ambos se comprometieron a
proteger durante el curso de la guerra. Esta medida se realizó bajo
la aprobación de Juan Miguel Martínez, y el resto de los miembros de
la Comisión Directiva que permanecieron en el Montevideo sitiado por
las fuerzas de Oribe.
Tras la firma del tratado del 8 de octubre de 1851 que dio fin a la
contienda, la Comisión Directiva convocó a los accionistas de la
sociedad a una reunión general, donde se resolvió realizar un
relevamiento del sitio de construcción y el estado de los materiales
que allí permanecieron. El balance resultante de tal tarea fue
dispar. Durante el transcurso de la guerra se abandonó a la
intemperie gran parte del mármol, la madera de pino rojo importada
de Rusia y la pizarra genovesa, a tal punto de encontrarse
enterrados en el barro. No obstante, el relevamiento descubrió que
gran parte de ese material era aún útil, el cual se sumó a las
existencias rescatadas y preservadas por los comisionados. Además,
una revisión exhaustiva de la cimentación del edificio demostró que
se encontraba en perfectas condiciones.
Ajustes al proyecto y reanudación de las
obras
Así las cosas, el 20 de enero de 1852 los accionistas de la sociedad
nombraron una nueva Comisión Directiva, integrada por Javier
Álvarez, Pablo Duplesis, Joaquín Errazquín, José María Estéves,
Jaime Ylla y Viamont y Antonio Rius, encabezada por Juan Miguel
Martínez. Dicha comisión ratificó el proyecto de Garmendia el 26 de
noviembre, el cual sufrió ciertas modificaciones respecto del
proyecto que ganó el concurso arquitectónico once años atrás. A
saber:
* Se introduce el sistema de construcción en hierro —en desmedro del
tradicional uso del ladrillo y su revestimiento con cal— para las
columnas que soportan los órdenes de palcos, abaratando los costos y
permitiendo que la platea gane más metros cuadrados, así como se
garantiza una mayor duración y seguridad en casos de incendio.
* La elipse que alberga a la platea y da forma a los distintos
órdenes de palcos es replanteada, aumentando la capacidad de dicha
platea y los distintos corredores que la circundan, a la vez que se
mejora la acústica.
* Se amplían la orquesta, los corredores adyacentes a la misma y el
vestíbulo.
* La capacidad es aumentada en 350 personas, respecto del primer
proyecto de Garmendia.
Estas alteraciones fueron examinadas por los arquitectos Clemente
César y A. Penaud, convocados por la Comisión Directiva, quienes
respaldaron el trabajo final de Garmendia. Confirmada la
ratificación del proyecto, el 10 de diciembre se difundió un llamado
a licitación para adjudicar la construcción de los palcos.
Tras declararse los ganadores de la misma en el mediodía del 17 de
diciembre, finalmente, el 20 de enero de 1853 se reanudó la
construcción del teatro, alrededor de once años después de su súbita
interrupción.
Durante este período, el único suceso que perturbó la normalidad de
las obras fue el colapso del frontispicio, hecho acaecido el 16 de
octubre. Aparentemente, la plataforma que lo sostenía mientras se lo
adosaba a la fachada terminó cediendo; y si bien no hubieron mayores
repercusiones, impactó considerablemente en el ánimo de la sociedad
de accionistas.
El 13 de junio de 1854, una vez finalizada la construcción
propiamente dicha, Juan Miguel Martínez en su calidad de presidente
de la Comisión Directiva envió una «Solicitud de inspección» de las
obras al Jefe Político y de Policía de Montevideo, José Gabriel
Palomeque. Éste envió una comitiva formada por los arquitectos José
Toribio, Clemente César, Antonio Paullier y Aimée Aulbourg, quienes
después de inspeccionar el edificio reportaron sus buenas
condiciones de solidez y seguridad en general, en un informe fechado
el 31 de julio de ese año.
Tras esta inspección comenzó la fase de las obras relativas a la
decoración interna del teatro, marcada por las diferencias cada vez
mayores entre Garmendia y la Comisión Directiva. Un diferendo entre
un artista encargado de la decoración de los interiores y el
arquitecto motivó que éste presentara una queja en la comisión, pero
su tardanza provocó que la misma no fuera bien recibida. Esta
reacción generó declaraciones desafortunadas a la prensa por parte
de Garmendia hacia la Comisión Directiva, resolviendo en
consecuencia su destitución como director de obras. Ofendido por su
despido, Garmendia inició un par de demandas contra la Comisión
Directiva reclamando una indemnización de 12.000 pesos, las cuales
fallaron en su contra.
Características
Está situado en el barrio de la Ciudad Vieja y su entrada principal
es por la calle Buenos Aires esquina Bartolomé Mitre.
La fachada principal del Solís tiene similitudes con la del Teatro
Carlo Felice de Génova, la sala tiene forma ligeramente elíptica,
como la de la sala del Teatro alla Scala de Milán, aunque el
interior del Solís guarda una similitud notable con otra sala
italiana, el Teatro Metastasio de Prato, cerca de Florencia.
La sala posee las características típicas de los teatros líricos,
con platea y 4 anillos conocidos como Tertulia baja, Tertulia alta,
Cazuela y Paraíso.
de Wikipedia.Org.
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