HISTORIA DE LA EDUCACION
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La HISTORIA DE LA
EDUCACION se
ciñe a la división de las edades del hombre. En los inicios de la
Edad Antigua hay que situar las concepciones y prácticas educativas
de las culturas india, china, egipcia y hebrea. Durante el primer
milenio a.C. se desarollan las diferentes paideias griegas (arcaica,
espartana, ateniense y helenística). El mundo romano asimila el
helenismo también en el terreno docente, en especial gracias a
Cicerón quien fue el principal impulsor de la llamada humanitas
romana.
El fin del Imperio Romano de Occidente (476) marca el final del
mundo antiguo y el inicio de la larga Edad Media (hasta 1453, caída
de Constantinopla ante las tropas turcas, bien hasta 1492,
descubrimiento de América). El cristianismo, nacido y extendido por
el Imperio Romano, asume la labor de mantener el legado clásico,
tamizado, filtrado por la doctrina cristiana.
De la recuperación plena del saber de Grecia y Roma que se produce
durante el Renacimiento nace el nuevo concepto educativo del
Humanismo a lo largo del siglo XVI, continuado durante el Barroco
por el disciplinarismo pedagógico y con el colofón ilustrado del
siglo XVIII.
En la historia de la educación Contemporánea (siglos XIX-XXI) naceran los actuales
sistemas educativos, organizados y controlados por el Estado.
HISTORIA DE LA EDUCACION EN LA ANTIGUA INDIA
Es necesario ubicar en su contexto
histórico, religioso y cultural los conceptos de educación,
contenidos y agentes educativos de la antigua civilización de la
India. Ésta se inicia con la emigración de los pueblos arios desde
las estepas de Asia central a las orillas de los ríos Indo y Ganges,
en torno al año 2.000 a. C. Es en estos momentos cuando se forma la
sociedad de castas que pervive en la actualidad: los brahmanes o
sacerdotes en la cúspide, los kchatrias o guerreros a continuación,
los vanysias que engloban a los artesanos, comerciantes y campesinos,
y en la base, los sudras o siervos; excluidos, queda la casta de los
parias, los intocables.
La religión hinduísta impregna la educación. Desde las variantes
védicas y brahmánicas traídas por los pueblos arios, a las novedades
que supusieron el budismo y el jainismo surgidos en el siglo VI a.
C. El maestro, guru, instruye, inicia y guía al discípulo en su
formación espiritual. Solo pueden acceder a la docencia del guru los
miembros de las tres clases superiores -los siervos o sudras así
como los parias quedan fuera-. El discípulo, sisya, debe reunir
además de la condición social, unas cualidades físicas, mentales,
morales y espirituales. Con la ceremonia del "Upunayana" inicia los
estudios; simboliza el nacimiento espiritual del alumno, quien
recibe de su guru un mantra o fórmula sagrada. Durante años buscará
el conocimiento a través de la verdad que le transmite el maestro,
se dedicará a la reflexión y a la meditación yóguica.
Los contenidos que se estudian provienen de un doble canon literario,
uno en lengua sánscrita, el védico, y otro en lengua pali, el
budista. El primero está formado por los libros sagrados llamados "sruti":
los Vedas, Brahmanas, Aranyakas y Upanishads; les siguen los "smriti"
que tratan temas de astronomía, gramática, matemáticas, historia y
derecho; todos ellos en forma de aforismos, proverbios y máximas
sentenciales. El canon budista o "tripitaca" es el Vinaya Pitaka,
sobre disciplina, el Sutta Pitaka que trata sobre la revelación y el
Abhidamma Pitaka. El alumno debe memorizarlos y reflexionar sobre la
exégesis que el guru imparte, cuya autoridad intelectual está fuera
de cualquier duda; el discípulo debe venerar a su maestro.
El objetivo fundamental de la educación es la liberación de la
ignorancia, "moksa". Se pretende educar al varón en la obediencia,
el respeto a los padres y la piedad hacia los dioses; la mujer debe
aprender las virtudes de someterse y adorar al marido, la fidelidad,
la castidad, al obediencia, la resignación, la alegría y llevar con
perfección el hogar.
HISTORIA DE LA EDUCACION EN LA ANTIGUA CHINA
La aparición y difusión del
pensamiento de Confucio, en el siglo VI a. C., divide la historia de
China en dos grandes etapas. La época preconfuciana, desde los
orígenes de esta cultura asiática en el siglo XV a. C., estuvo
marcada por las grandes dinastías Chang y Chou, así como por el
feudalismo como estructura social y política.
Confucio no fue un personaje aislado en la historia china,
pertenecía a la escuela de pensamiento "los Letrados" (siglos
VII-III a. C.), que tuvo sus mejores representantes en Confucio y en
su discípulo Mencio (siglo IV a. C.). A grandes rasgos, esta escuela
y, por tanto, el confucianismo, se caracterizan por un abrumador
sentido burocrático, por la defensa de un orden social y moral
basado en la autoridad, la jerarquía, el conservadurismo, el
formalismo ritual y el pragmatismo. Caracteres que dieron lugar a un
modelo de conducta propio de las gentes de aquel país que destacan
por su paciencia, meticulosidad y cortesía.
Además del pensamiento confuciano, el pueblo chino tuvo otra gran
corriente de pensamiento que fue el taoísmo, aunque no tuvo
consecuencias en el terreno educativo.
El confucianismo y su visión del mundo determinan las
características, los objetivos y los contenidos de la educación en
la antigua China hasta bien entrado el siglo XX y hasta el gran
cambio cultural, social y económico que supuso la revolución
marxista y el largo gobierno de Mao Zedong. En la concepción clásica,
el cosmos se articula en la armonía del Cielo, el Hombre y la
Tierra; el Emperador, que recibe el Mandato del Cielo, vela por el
mantenimiento de este equilibrio.
El maestro debe ser un "Junzi" moral, un hombre superior, cuya
inteligencia, honestidad y virtud lo diferencian de la mayoría. Se
mostrará afable en el trato con las personas, pero sin perder la
fuerza de sus conocimientos y opiniones, se alimentará y vivirá de
manera frugal y sencilla. Admirará la inteligencia allí donde la
encuentre, pero será comprensivo con el vulgo escasamente formado.
Deberá conocer las capacidades de cada uno de sus alumnos, tratará
de convertirse en su guía, en abrirles el camino al conocimiento y
enseñarles el único camino a la perfección: el esfuerzo personal y
la autoperfección mediante la introspección -que le permite conocer
su interior- y el estudio del mundo exterior -con el fin de conocer
los deseos del Cielo-. Este proceso de mejora genera el "Li", un
concepto básico en el pensamiento chino. El Li es tanto un conjunto
de normas interiores que disciplinan las pasiones y crean un orden
interno en la persona, como una serie de reglas y rituales de la
vida comunitaria, en sociedad, que regulan la convivencia y
facilitan el orden exterior.
La educación comprenderá, por tanto, un ámbito fundamental: la
formación moral, y otros dos que la completan, como son la
intelectual y la guerrera. Para conseguir los objetivos morales se
enseñan dos disciplinas, la música, porque conmueve el interior de
la persona y le crea serenidad, y las ceremonias, que regulan la
conducta exterior y otorgan elegancia a quien se ejercita con esmero
y rigor. Las prácticas militares comprenden el manejo de carros de
combate y el tiro con arco. La formación cultural se centra en el
aprendizaje de la escritura y de las matemáticas.
Los contenidos, organizados en torna a las llamadas seis artes, se
extraen de un amplio cuerpo de libros canónicos, unos preconfucianos,
otros confucianos. Entre los primeros, destacan el , el Libro de
Música, el Libro de Odas, el Libro de Ceremonias, el Libro de
Historias, los Anales de Primavera y Otoño, y el Libro de las
Mutaciones (I Ching); éste último es un extraño compendio
adivinatorio que, lejos de acumular supersticiones y fraudes,
utiliza diversas técnicas milenarias que facilitan la afluencia del
pensamiento interior y la intuición escondidos, ocultos a la
conciencia; cuando una persona ha de tomar alguna decisión, el I
Ching aflora las sensaciones y canaliza la respuesta que ya había
tomado en su interior.
El canon confuciano se compone de los Cuatro Libros: las Analectas (florilegio
de fragmentos en los que el maestro explica su pensamiento), la Gran
Enseñanza, la Doctrina del Justo Medio y el Libro de Mencio (el
principal discípulo de Confucio, del siglo IV a. C.).
HISTORIA DE LA EDUCACION EN EL ANTIGUO EGIPTO
Egipto, es reconocido como cuna común
de la cultura y de la instrucción. Los egipcios creían en la
inmortalidad del alma y pensaban volvían a habitar de nuevo en los
cuerpos que embalsamaban. Dicha doctrina se haya contenida en los
libros Herméticos, cuyo contenido eran himnos y cánticos sagrados y
versaban sobre los conocimientos humanos. Todo templo egipcio debía
poseer un ejemplar. Los egipcios apreciaron siempre la instrucción,
utilizando la ciencia como medio de conquista de honores y fortuna.
El no letrado era considerado como una bestia de carga, es decir, un
esclavo. La escuela era llamada casa de instrucción; el programa de
estudios abarcaba: religión, urbanidad, lectura, escritura, cálculo
natación y gimnasia. En ellas se enseñaba escritura de carácter
hieráticos y demóticos, dibujo, contabilidad, redacción literaria y
geometría práctica. El paso de la escuela elemental a la superior se
determinaba por un examen.
Los estudios superiores tenían carácter técnico y profesional. Los
maestros pertenecían generalmente a la casta de los sacerdotes y
tenían como misión mantener su supremacía y autoridad de casta
superior y la sumisión de las castas inferiores. Hasta los cuatro
años se entretenían únicamente con juguetes. Desde sus primeros años
iban descalzos y con la cabeza rapada. La madre le inculcaba las
lecciones de religión y moral. El modo de enseñar era completamente
rutinario. Los escolares disponían de un silabario donde aparecían
ordenados los signos usuales con su pronunciación y su significado.
Los aprendían de memoria, los copiaban y cuando los distinguían
sabían más o menos leer y escribir. El maestro supervisaba los
ejercicios rectificando errores en el dibujo y la ortografía.
Educación en el mundo hebreo
Educación en la antigua Grecia En la civilización de la antigua
Grecia se distinguen cuatro modelos o paideias educativas: la
arcaica, entre los siglos VIII y VI a.C, la espartana y la ateniense,
que centran el periodo clásico, del siglo VI a. C. al IV a.C, y la
enkiklios paideia helenística que se sitúa en el mundo helenístico
creado por Alejandro Magno, que convirtió la lengua y culturas
griegas en koiné del Mediterráneo oriental durante la dominación
romana y el periodo bizantino.
Paideia arcaica La paideia arcaica surge durante la formación del
mundo griego, asimiladas las civilizaciones anteriores minoica y
micéncia de la primera mitad del segundo milenio a.C., y superadas
las llamadas Edades Oscuras de transición del segundo al primer
milenio. Entre los siglos VIII y VI a. C. se gesta la cultura griega
y se extiende por la ribera del Mar Mediterráneo desde las costas
del Asia Menor hasta los confines occidentales (Iberia) del mundo
conocido gracias a la labor comercial. Las colonias griegas aparecen
en las costas del norte de África, la península Ibérica y en el sur
de Italia (la Magna Grecia).
En estos albores del primer milenio a.C., Homero y Hesíodo crean la
paidea arcaica que servirá de inspiración a modelos posteriores.
Homero, en sus obras la Ilíada y la Odisea, crea el ideal perfecto
de la educación, la kalakagothía que establece la armonía entre la
educación física, corporal, y la eduación espiritual -intelectual y
moral del alma-. Esta areté se basa en la imitación "mimesis" del
paradigma de los dioses y héroes.
En la areté física, la gimnástica cultiva el cuerpo mediante la
práctica deportiva, los ejercicios físicos y el manejo de las armas,
sin olvidar la dimensión técnica, techné, de la formación, el
aprendizaje de un oficio, la aplicación práctica de los conceptos y
virtudes transmitidos por la enseñanza.
La areté espiritual incluye la formación cultural y moral. La música,
la lengua griega, el saber hablar y debatir, así como el aprender a
manejarse en la vida, a vivir en comunidad, conforman el aprendizaje
intelectual que debe completarse con la enseñanza moral de las
virtudes: la piedad o eusebeia (el temor a los dioses), el respeto a
los demás, la nobleza, el orgullo y la bondad. Este ideal educativo
solamente está al alcance de los mejores, los aristoi, un concepto
aristocrático que Homero traslada desde sus orígenes sociales, de
una nobleza como grupo social, al terreno espiritual en el que los
aristoi son los filósofos, personas que demuestran su excelencia al
resto de ciudadanos gracias a su espíritu competitivo, al valor y
práctica constante del esfuerzo, de la superación y del triunfo,
virtudes que tendrán un premio: el honor.
En este proceso de educación espiritual, Homero cree en los efectos
que el arte produce en el alma humana; la poesía, la filosofía y la
retórica guían, enseñan, modelan el espíritu humano, en un especie
de psicagogía.
Hesíodo, en su obra Los trabajos y los días continúa el modelo
homérico pero lo democratiza, extiende los beneficios de la
educación al conjunto de los ciudadanos, no solo a la nobleza.
Pervive la areté heroica, pero Hesíodo canta y alaba el trabajo
prosaico, la laboriosidad cotidiana, el quehacer y la sabiduría de
los artesanos y trabajadores que cumplen con su oficio día a día.
Otra aportación fundamental fue el concepto de diké, de justicia
como derecho, ley que crea la comunidad de ciudadanos, no como el
themis homérico de justicia identificada con las costumbres
aristocráticas. La justicia combate la hybris, la desmesura que
destruye el orden interior el orden social.
HISTORIA DE LA EDUCACION EN ESPARTA
En la antigua polis de Esparta la educación
pretendía formar a los ciudadanos en las destrezas de la guerra y en
la participación en la vida civil y política de la ciudad. El ideal
de hombre a formar se basaba en la obediencia, la disciplina, la
templanza, la sobriedad, la austeridad en la vida cotidiana y la
resistencia al dolor y al sufrimiento. Aquellos espartanos que
conseguían disciplinar el alma y el cuerpo en este modelo,
desarrollaban un sentimiento de honor, una especie de orgullo de
casta social y de patria, que se manifestaba en conductas llenas de
lealtad y fidelidad mutua, de respeto y veneración a los ancianos.
Estos objetivos educativos adquieren significado cuando se enmarcan
en el contexto social e histórico de Esparta. Este modelo educativo
se aplicaba solamente a unas 9.000 personas, una minoría que
disfrutaba de derechos civiles y políticos gracias a que eran los
descendientes de los dorios que invadieron y conquistaron Laconia,
el valle del río Eurotas, en el siglo X a. C., y sometieron a la
esclavitud a sus habitantes aqueos y mesenios. Estos esclavos o
ilotas, eran junto a los periecos -los trabajadores libres que se
dedicaban al comercio, a la artesanía y a la agricultura- la mayoría
de la población y, sin embargo, carecían de derechos y estaban
sometidos a la minoría espartana que habitaba el interior de la
polis. Durante los siglos VIII y VII a. C. estallaron las Guerras
Mesenias en las que los ilotas se rebelaron sin éxito. Los
espartanos, ante estas experiencias, desarrollaron un Estado militar
y una estructura social y educativa basada en el adiestramiento en
el manejo de las armas, en las virtudes de obediencia, austeridad y
disciplina propias del guerrero; trataban de estar alertas y
preparados ante cualquier levantamiento de sus esclavos;
posteriormente, esta preparación convertiría a Esparta en potencia
hegemónica de Grecia durante las guerras contra los persas.
El proceso educativo se iniciaba en el mismo momento del nacimiento,
en un acto de eugenesia cuando los ancianos examinan el recién
nacido y determinan si debe vivir o morir; un bebé sano y robusto
sería un buen guerrero o una madre que engendraría en el futuro
nuevos y fuertes espartanos; por el contrario, si observaban que
estaba enfermo o consideraban que sus taras físicas le impedirían
cumplir sus deberes como espartano, lo condenaban a ser arrojado a
un profundo foso.
La crianza, física y moral, hasta los siete años de edad estaba a
cargo de la madre; cuando, niños y niñas, cumplían los siete años y
hasta los treinta, el Estado asumía su educación. Se consideraba que
los hijos no eran propiedad de sus padres, sino de la polis, de la
comunidad. La escuela se organizaba como un cuartel militar: el
campamento (la polis) estaba a cargo del Eforo de educación; los
batallones a cargo del próteros, las compañías mandadas por un
boagós, y una polícia militar de castigo imponía sanciones y
disciplina (los mastigórofos). Durante la infancia (de 7 a 18 años),
la corta adolescencia (de 18 a 20 años) y la juventud (hasta los 30
años), los espartanos recibían una dura formación física y militar
que los preparaba para la guerra. Se completaba con una educación
moral y cívica que, llegada la edad adulta, les permitía
incorporarse a la vida ciudadana y política. Formaban parte de la
minoría que regía los destinos de Esparta en las diversas
instituciones políticas: los Eforos, que ejercía el poder ejecutivo
y elegía la Diarquía o dos reyes; la Gerusía o consejo de ancianos
que proponía leyes y decisiones a la Apella, la asamblea popular de
varones adultos. Esta doble vertiente, militar y cívica, reducía la
formación intelectual a un aprendizaje elemental de la lectura, de
la escritura, del cálculo y a la memorización de las obras de Homero;
un exceso en estos contenidos podía dañar el espíritu de obediencia
que debe guiar a un guerrero. Como tenían a una masa de esclavos y
trabajadores a su servicio, los espartanos despreciaban y rechazaban
de manera absoluta el aprendizaje y la práctica de oficios y artes
mecánicas.
HISTORIA DE LA EDUCACION EN ATENAS
Atenas representa el origen de la democracia, el
esplendor de la civilización griega durante el siglo V a. C., época
en la que crearon sus obras los grandes filósofos Sócrates y Platón,
los trágicos Sófocles y Eurípides, los historiadores Tucídides y
Heródoto y el escultor Fidias.
El modelo educativo ateniense resume aportaciones de las diversas
paideias griegas; de la homérica recibe el enfoque aristocrático
concebido como nobleza espiritual más que de grupo social, de una
areté de doble vertiente, espiritual y física, extendida a todos los
ciudadanos. Hesíodo amplía el carácter democrático que debe tener la
educación, un derecho y una obligación para todos los ciudadanos,
cuyo trabajo privado, en su ámbito profesional se valora por su
importancia en la construcción de la comunidad, de la polis. De esta
raíz popular deriva el concepto de justicia -diké- como ley o
derecho elaborado por el conjunto de ciudadanos; cualquier violación
de la ley -el desprecio del derecho- causa una honda perturbación en
el ámbito privado de la persona y en la sociedad. Atenas toma de
Esparta el sentido comunitario que impregna la educación y la vida
cotidiana de los espartanos que cumplen con agrado y obediencia sus
deberes en la gestión pública de los asuntos de la polis. De la
paidea jónica nace en Atenas el concepto de libertad ciudadana, de
una educación cívica y política que ha de formar buenos ciudadanos
mediante el ethos (carácter) de respeto a la ley surgida, elaborada,
por la comunidad. A todas estas aportaciones previas, los atenienses
suman su búsqueda del equilibrio entre la comunidad y el individuo,
y una educación cívica que fomente la honestidad, la decencia y el
respeto de las leyes de la polis.
No hay que olvidar que, pese al avance que supuso la democracia
ateniense, solo disfrutaban de derechos cívicos y políticos los
ciudadanos, y éstos eran una minoría que excluía a los extranjeros o
metecos, a las mujeres y a la masa de esclavos que trabajaban para
sus democráticos amos.
Las nómoi, las leyes que elaboran los ciudadanos para proteger el
bien común, son el fundamento de la vida política ateniense y, por
tanto, de la educación. En las escuelas elementales, en los
gimnasios y en los simposios -banquetes donde los ancianos
transmitían la sabiduría a los jóvenes-, en todas estas
instituciones educativas se pretendía formar buenos ciudadanos
educados en el respeto y la comprensión de la ley, debían conocer y
entender los motivos que justificaban y convertían en sagradas las
leyes: el Estado descansaba en el libre sometimiento de los
ciudadanos a las leyes que la comunidad elaboraba a través de la
participación en el gobierno de la polis. Fundamental era el
objetivo de comprender los conceptos de eunomía, isonomía y eukosmía;
el ciudadano debía comprender que las leyes eran buenas, las mejores
(eunomía) porque se basaban en la justicia (diké), era leyes justas
para todos los ciudadanos, ellos habían participado en su creación.
El igualitarismo ateniense se manifestaba en el carácter de la
isonomía, las leyes eran idénticas para todos los ciudadanos y,
además, garantizaban el orden cósmico, eran el soporte del mundo, de
la sociedad y del inviduo.
La formación del ciudadano debía, por tanto, de ser moral,
espiritual, formar al alumno en la mentalidad de servicio a la
polis, y a la vez física. La educación del cuerpo y del alma, la
Kalokagathía, tomaba de Homero la areté física, a cargo de los
paidotribes, en la que que la educación gimnástica fortalecía y
embellecía el cuerpo, a la vez que ayudaba a formar guerreros que
defendieran la polis en caso de guerra. La areté espiritual,
impartida por los citaristas, daba gran importancia a la poesía, la
danza y la música, cumplían un papel de catarsis, purificaban y
transformaban el alma de los alumnos. Antes de acceder a esta
formación superior, los niños recibían los rudimentos de lectura,
escritura y cálculo en las escuelas a cargo del maestro grammatista.
Enkiklios paideia helenística A la decadencia de la polis en el
siglo IV le siguió el esplendor del helenismo en todo el ámbito del
Mediterráneo oriental.Alejandro Magno, entre el 332 a. C. y el 323
a. C., conquista Grecia y crea un inmenso imperio desde el río Nilo
hasta el río Indo; a su pronta muerte, sus generales se reparten sus
dominios y nacen los reinos helenísticos en los que la lengua griega
se convierte en koiné, lingua franca y de cultura. Cuando Roma
domina estos territorios, la cultura griega se convierte en
referencia de civilización y refinamiento para las élites romanas,
los artistas copian las esculturas de Fidias, Praxíteles o Mirón (copias
que hoy se catalogarían de plagio y, sin embargo, son las únicas que
nos han llegado a la actualidad, nos permiten admirar la belleza y
grandiosidad de la escultura griega), aprenden la lengua griega,
admiran la filosofía platónica y aristotélica, las escuelas cínicas
y estoicas. También el modelo educativo griego, en especial de su
etapa final helenística influye en Roma, Cicerón será quien adapte
la paideia griega a la humanitas romana.
La enkilios paideia helenística aporta una sistematización y
organización de los saberes escolares. El carárter encíclico,
enciclopédico de este modelo educativo se manifiesta en un plan
educativo que distribuye los contenidos en varias etapas sucesivas,
entre las que destaca el núcleo formativo de la adolescencia,
auténtico conjunto de materias organizadas y sistematizadas con el
fin de dotar al estudiante de una formación completa e integral
tanto física -cuidado del cuerpo- como intelectual y cultural, una
clara aplicación de la areté homérica, la kalokagathía, la educación
del cuerpo y del alma.
La crianza, o trophé, del nacimiento hasta los 7 años de edad, se
realiza en el hogar. La madre, en ocasiones un aya o nodriza, o un
pedagogo, enseñan al párvulo (népios) las costumbres griegas y las
virtudes morales.
La paideia infantil se desarrolla entre los 7 y 14 años en Atenas,
hasta los 18 en Esparta. El niño (pais) se educa en la areté física
y espiritual. Recibe formación gimnástica con el objetivo de
desarrollar, fortalecer y embellecer su cuerpo: practica la lucha en
la palestra, el paidotribes (maestro) le enseña los fundamentos
deportivos del penthatlon de salto, carrera, lucha, lanzamiento de
disco y lanzamiento de jabalina. La formación poética y musical se
inicia con las primeras letras que le inculca el grammatista o
maestro de escuela elemental; adquiere los rudimentos de la lectura,
la escritura y el cálculo. Aprende a leer mediante un método
alfabético (identifica las letras, descodifica los símbolos que
suponen las grafías y poco a poco se inicia en la lectura de
palabras y oraciones), a escribir trazando letras con estiletes
sobre tablillas, copiando modelos escritos del maestro en pergaminos.
El canto y la música, que tienen un efecto moral, catártico,
transformador del espíritu, se imparte a cargo del citarista (khitaristés),
el niño aprende a tocar instrumentos musicales como la flauta, la
cítara y la lira; la lectura y memorización de poesías de contenido
moralizante y ejemplar completan la formación moral del alumno.
Una vez se entra en la adolescencia, en la efebía para los
atenienses, entre los 16 y 20 años, la melestrenia para los
espartanos de 18 a 20 años, el alumno recibe la enkiklios paideia,
el núcleo fundamental de la formación y la cultura que le guiará
durante su vida. Amplia los contenidos de la educación infantil y
aporta nuevas materias de mayor complejidad, pero sigue bajo el
concepto de la kalokagathía homérica, la areté física y la areté
espiritual. En el gimnasio continúa el aprendizaje del penthatlón,
en la palestra aprende los secretos de la lucha, del manejo de las
armas y el arte de la equitación, conjunto de disciplinas que se
conoce como pancration. La areté espiritual se centra en una amplia
y profunda formación intelectual en unas materias organizadas y
estructuradas en dos grupos que, en la Edad Media cristiana,
constituirán el Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el
Cuadrivium (aritmética, astronomía, geometría y música). En la
gramática se estudia un canon literario que incluye los épicos
Homero y Hesíodo, los trágicos Esquilo, Sófocles, Eurípides, los
historiadores Heródoto, Tucídides y Jenofonte, los poetas líricos
Safo y Píndaro, los 10 oradores áticos y Demóstenes. Practican un
método didáctico que se inicia con la lectura y resumen y crítica
del texto, seguidos de la exégesis o comentario del maestro,
finalmente, el alumno razona su propio juicio crítico (krisis) y
practica ejercicios de composición literaria mediante los redacta
poemas épicos, líricos, textos teatrales y oratorios.
La retórica enseña el arte de embellecer el lenguaje escrito o
hablado con el fin de deleitar, persuadir o conmover. El primer paso
es la creación de las ideas que se expondrán en el discurso, éste
debe seguir un procedimiento bien definido, se inicia con un exordio
o preámbulo en el que el orador justifica el interés y capta la
atención del oyente o del lector; la narración de las ideas debe
seguir una argumentación clara, con momentos de digresión y
peroración. No solamente es importante el contenido del discurso,
también hay que cuidar la elocución y la acción del orador; la
elocución -la manera de hablar- será brillante, correcta, adecuada
al sujeto que escucha y al objeto que se expone, mantendrá unas
formas básicas de humildad, respeto, atemperada y, sin embargo,
sublime. El orador cuidará con esmero la pronunciación, la
entonación, la modulación de la voz, sus ademanes y gestos con las
manos y el cuerpo.
Junto a este aprendizaje de los fundamentos teóricos de la retórica,
el alumno practicará redactando sus propias composiciones en las que
imitará los modelos formales de epitalamios, oraciones fúnebres,
discursos, etc. Antes deberá haber analizado el canon de la retórica,
compuesto por Demóstenes y los Diez Oradores Áticos, habrá
desarrollado ejercicios en los que comparaba autores y textos,
describía sus ideas y técnicas particulares, identificaba las tesis
de cada uno, y finalizaba con un debate o discusión con el resto de
compañeros. Este proceso de aprendizaje se completaba con la
dialéctica que enseñaba a l adolescente los métodos de razonamiento
filosófico para entender y comprender el mundo.
La enseñanza continuaba en la edad adulta, con una educación que hoy
diríamos superior, destinada a la formación de profesionales como
médicos y arquitectos, y en una profundización en las artes de la
retórica mediante el método sofista, y la incorporación de la
filosofía como saber supremo, a cargo del filósofo que aplica el
método socrático.
La Edad Media finaliza en 1453 (caída de Bizancio ante el poder
otomano) o 1492 (descubrimiento de América) según la división
tradicional de los periodos históricos. Le sucede el Renacimiento y
Humanismo durante los siglos XV y XVI, época en la que se pretende
recuperar el legado de la civilización clásica de Grecia y Roma.
Será en Italia, donde se inicie este proceso en el siglo XV (Quattrocento)
y se extenderá a Europa en el XVI. Aunque los humanistas
argumentaban contra la Escolástica medieval, en realidad, solamente
negaban su etapa final y decadente; en su momento de esplendor (siglo
XIII) había conciliado la fe cristiana con el pensamiento
aristotélico y anteriormente con el platonismo.
LA HISTORIA DE LA EDUCACION Y EL
HUMANISMO
El Humanismo se fundamentó en una renovación filológica. Impulsó el
estudio del latín y del griego con el objetivo de leer a los
clásicos en sus lenguas originales. No se dejó de lado el carácter
religioso de la cultura porque el humanismo mantenía sus raíces
cristianas, de esta manera, una prioridad filológica fue la
restitución de la Biblia a su redacción en latín, griego y arameo,
con el fin de superar el filtro de la versión canónica y latina de
San Jerónimo (siglo IV): en este camino, destaca la labor del
español cardenal Cisneros que impulsó la publicación de la Biblia
políglota. Se mantuvo la disputa entre los partidarios de integrar
fe y saber pagano, y quienes se oponían, polémica que hundías sus
raíces en los escritos de los primeros Padres de la Iglesia (siglos
I-VI). Tanto humanistas como la patrística (San Agustín de Hipona en
especial), defendían el valor de los saberes clásicos para la fe
cristiana, arguían que los sabios paganos habían visto, en su vida y
en sus tratados filosóficos y científicos , la verdad, de una manera
parcial, con algunos errores, por tanto, si la verdad procede de
Dios, los antiguos habían alcanzado, parcialmente, la sabiduría
divina. Los contrarios a esta opciós encontraban graves peligros
para la religión en los saberes paganos, porque éstos podían
corromper la fe y alejar al creyente de la verdad y de Dios.
La educación en el humanismo del siglo XVI se entiende con mayor
claridad a partir de estos presupuestos cristianos y de recuperación
del legado greco-romano, restituído no solamente en su pureza
idiomática sino también aumentado en su valoración. La antropología
humanista concibe al ser humano como una creación divina a la que
Dios ha otorgado la razón o entendimiento y el lenguaje o la palabra,
verdadera “chispa divina” que crea la cultura y la transmite de
padres a hijos, de maestros a discípulos. El hombre es un ser
privilegiado entre todas las criaturas de la Creación porque ha
recibido la razón que le permite contemplar, acceder y comprender la
sabiduría divina; este entendimiento debe guiar al hombre en el
ejercicio del libre albedrío que Dios le ha otorgado: libertad para
elegir entre hacer el mal, si se deja arrastrar por los instintos y
las bajas pasiones descontroladas, o hacer el bien si atiende los
dictados de la razón.
La formación del discípulo se basará en la trasmisión de la cultura
que las generaciones anteriores ha elaborado, en especial, los
saberes clásicos que guiarán al hombre en su formación moral, en el
conocimiento y práctica de las virtudes cristianas durante su vida
en este mundo terrenal.
Novedad importante en el humanismo es la percepción de las
diferentes capacidades intelectivas de los escolares. Pedagogos como
el valenciano Juan Luis Vives , observan que cada alumno tienen
constituciones físicas diferentes que hay que atender en su
educación, sucede así con los ciegos y sordos, quienes, por primera
vez, reciben la atención de los pedagogos y se les considera aptos
para recibir una educación. Además de los rasgos corporales, los
escolares presentas diferencias en sus capacidades intelectivas: su
educación deberá ajustarse a sus particulares capacidades de
inteligencia, memoria e imaginación. Tiempo y paciencia recomendará
Vives para conseguir una educación óptima en personas con
capacidades diversas.
Fuentes: Wikipedia.org /
InfoUruguay
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