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La amatista es una variedad macrocristalina del cuarzo. Su color violeta
característico puede ser más o menos intenso, según la cantidad de
hierro (Fe+3) que contenga. Puede presentarse coloreada por zonas con
cuarzo transparente o amarillo. Las puntas suelen ser más oscuras o
degradarse hasta el cuarzo incoloro.
A pesar de que es muy resistente a los ácidos, la amatista es muy
susceptible al calor. De hecho, al calentarla a más de 300ºC cambia su
color a café pardo, amarillo, anaranjado o verde, según su calidad y
lugar de origen:
Ágatas:
El ágata no es un mineral específico, sino
un conjunto de variedades microcristalinas
del cuarzo (Sílice). En realidad, son
variedades de calcedonia que presentan
bandas de varios colores poco contrastados.
La diferencia de colores aparece porque en
cada zona la estructura y el número de
inclusiones en la calcedonia varía, con lo
que cambian sus propiedades.
El ágata
se encuentra en rocas volcánicas cuyo tamaño
puede variar desde milímetros a varios
metros. Se caracteriza por presentar una
serie de bandas concéntricas de colores
similares, opacos y translúcidos, que
recuerdan el corte de un tronco de árbol en
sentido circular. Puede adoptar diversas
formas y presentarse en muchas variedades.
Es una piedra dura y resistente a los
reactivos químicos. Se emplea también para
construir pequeños morteros.
Existen
algunas variedades, como el ágata
dendrítica, musgosa, paisaje y fuego, que en
realidad son calcedonias con distintas
inclusiones. Reciben estos nombres por los
colores y dibujos que forman sus bandas.
Formación:
El ágata se
forma en las cavidades de las rocas
volcánicas por donde se filtran y depositan
por capas las soluciones calientes ricas en
sílice. Las variaciones en la solución o en
las condiciones en que se deposita son las
que provocan las variaciones en las
sucesivas capas (con lo que a veces la
calcedonia alterna con el cuarzo
cristalino).
La primera
capa que se deposita suele ser una sustancia
grisácea oscura, que proviene de la
descomposición de ciertos minerales
presentes en la roca en la que se va a
formar el ágata. Además, cuando el ágata se
desprende de su matriz, esta capa queda
rugosa y basta. Todo esto le da a este
mineral un aspecto exterior de pedrusco
“feo”.
Muchas
ágatas son huecas, ya que a menudo no se
deposita la cantidad suficiente de solución
silícea como para llenar toda la cavidad. En
estos casos, la última deposición suele ser
cuarzo o amatista y se produce de forma tal
que los cristales apuntan al interior del
hueco. Se dice entonces que se ha formado
una geoda. Cuando la roca que la contiene se
desintegra, el ágata, que es extremadamente
resistente a la erosión, permanece como gravilla en la tierra o en
las orillas de los ríos.
Los
yacimientos más importantes de ágatas se
encuentran en Brasil, Uruguay, India y
Madagascar
Etimología e historia
El nombre
‘ágata’ proviene del río Achates, al sur de
Sicilia, en Italia donde se dice que se
encontró la primera de estas piedras.
El ágata
fue muy venerada por los antiguos y se le
consideraba como la piedra de la ciencia. Se
creía que el ágata de la India era el mejor
remedio para las enfermedades de los ojos, y
que el ágata egipcia era muy efectiva contra
las mordeduras de arañas y picaduras de
escorpiones.
Las ágatas
de Aleppo, en Arabia, recibieron el nombre
de “ágatas de ojo”, debido a que parecían
pupilas rodeadas del iris. Eran muy
estimadas y se usaban como ojos en las
imágenes de los dioses. También se han
encontrado en las cuencas oculares de las
momias del viejo Egipto.
En el
Islam las ágatas también son piedras muy
preciadas. Según la tradición, un anillo de
ágata, por ejemplo, protege a su portador de
ciertos percances y le garantiza la
longevidad, entre otros beneficios.
A menudo,
para comercializarlas, las ágatas se tiñen
para resaltar el dibujo que forman sus
bandas. De esta manera, se obtienen colores
mucho más vivos.
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450ºC: se vuelve amarilla
500ºC: toma un color anaranjado fuerte (amatista quemada)
600ºC: se vuelve muy lechosa
Estos cambios en la coloración se deben a los cambios en la valencia del
hierro que contiene, entre otras cosas. Se puede recuperar el color
original de la amatista sometiéndola a irradiaciones. Se diferencia de
otras piedras tratadas al calor en que presenta un dicroísmo púrpura
azulado y púrpura rojizo.
No tiene una absorción del espectro lumínico característica. Suele
presentar inclusiones en forma de marcas paralelas, conocidas como rayas
de cebra y arañazos de tigre, causadas por maclas
romboédricas.
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Formación:
Amatista en el interior de una geoda. La amatista es un mineral de origen
magmático e hidrotermal. Se forma en filones con soluciones ricas en
óxidos de hierro, que le dan su color morado característico a
temperaturas inferiores a los 300ºC. Lo más habitual es encontrar la
amatista tapizando el interior de ágatas en forma de geodas, a veces
gigantescas. También se pueden encontrar en forma de drusas (cristales
que recubren la superficie de una piedra) o en filones, acompañada de
otros minerales.
Los principales yacimientos se encuentran en los Urales, Alemania, oeste
de Australia, Zambia, Brasil, Uruguay, EE.UU., Canadá, India, Sri Lanka
y Bolivia.
Joyería
Amatista tallada. La amatista es la variedad del cuarzo más apreciada.
Las amatistas más perfectas se tallan para joyería, y el resto se
utiliza para hacer objetos de arte. Tradicionalmente, la amatista se
incluía entre las piedras preciosas más valoradas (junto con el
diamante, el rubí, el zafiro y la esmeralda).
Debido a su importancia como gema, existen varios términos utilizados en
joyería para describir las distintas tonalidades de la amatista. “Rosa
de Francia” se refiere a la amatista de color lila claro, mientras que
“Siberiana” es la amatista de color violeta intenso con destellos rojos,
la variedad más preciada. También existen gemas que son una mezcla
natural entre amatista y citrino, a las que se les ha dado el nombre de
“ametrino” o “bolivianita”. Por último, la amatista calentada, que
adquiere una tonalidad amarillenta, se suele comercializar como citrino
(una variedad de cuarzo de color ámbar muy escasa al natural).
Etimología e historia:
El nombre ‘amatista’
proviene del griego amethystos (no borracho), ya que esta piedra era
considerada un potente antídoto contra la embriaguez. Según la mitología
griega, Dionisio, dios del vino y el desenfreno, pretendía a una
doncella llamada Amethystos, la cual deseaba permanecer casta. La diosa
Artemisa escuchó sus plegarias, y transformó a la mujer en una roca
blanca. Dionisio, humillado, vertió vino sobre la roca a modo de
disculpa, tiñendo así de púrpura los cristales.
La amatista se conoce desde hace miles de años, pues ya en el antiguo
Egipto se utilizaba para crear joyas, sellos personales y tallas. En la
Edad Media, el cristianismo adoptó la amatista como símbolo de renuncia
a los bienes terrenales y castidad, y aún hoy la llevan en forma de
anillos muchos cardenales y obispos. La amatista simboliza además la
sabiduría divina.
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