Sueños:
El vocablo sueño (del latín somnus, raíz original que se conserva en los
cultismos somnífero, somnoliento y sonámbulo) designa tanto el acto de
dormir como el deseo de hacerlo (tener sueño). Para el acto de soñar
existe la palabra específica ensueño, aunque suele utilizarse también la
genérica (tener un sueño = soñar). El adjetivo correspondiente a
ensueño-sueño es onírico (del griego ónar, "ensueño"). Por analogía con
el ensueño -que cumple a menudo fantasías del durmiente- se llama
también sueño a cualquier anhelo o ilusión que moviliza a una persona.
Metafóricamente, se afirma que una parte del cuerpo se le ha dormido a
uno, cuando se pierde o reduce pasajeramente la sensibilidad en la misma
(parestesia).
El sueño, en cuanto acto de dormir, es un estado de reposo uniforme de
un organismo. En contraposición con el estado de vigilia -cuando el ser
está despierto-, el sueño se caracteriza por los bajos niveles de
actividad fisiológica (presión sanguínea, respiración, latidos del
corazón) y por una respuesta menor ante estímulos externos.
Generalidades
Soñar es un proceso mental involuntario en el que se
produce una reelaboración de informaciones almacenadas en la memoria,
generalmente relacionadas con experiencias vividas por el soñante los
días o meses anteriores . El soñar nos sumerge en una realidad virtual
formada por imágenes, sonidos, pensamientos y/o sensaciones. Los
recuerdos que se mantienen al despertar pueden ser simples (una imagen,
un sonido, una idea, etc.) o muy elaborados. Los sueños más elaborados
contienen escenas, personajes, escenarios y objetos. Se ha comprobado
que puede haber sueños en cualquiera de las fases del dormir humano. Sin
embargo, se recuerdan mejor los sueños y estos son más elaborados en la
llamada fase MOR (Movimiento ocular rápido; en inglés, REM: Rapid Eye
Movement), que tiene lugar en el último tramo del ciclo del sueño.
Durante el siglo XX se avanzó muchísimo en el estudio científico de los
sueños, ya que la tecnología facilitó en gran medida el acercamiento a
lo que podría denominarse "energía del sueño". Sistemas avanzados de
escáner han detectado que en numerosas ocasiones los sueños son bucles
de actividad cerebral que se repiten noche tras noche. Se sabe que cada
sujeto tiene una forma única e irrepetible de soñar, pues la actividad
cerebral representada por ondas electromagnéticas en las pantallas de
esos escaners presenta gráficas muy similares en cada paciente, y
distintas entre dos de ellos.
Descubrimiento fundamental sobre el sueño:
El psicólogo norteamericano William Charles Dement, nacido en 1928,
estudiando a ciertos durmientes, reparó en que durante una etapa de su
sueño tenían lugar movimientos oculares rápidos (MOR; en inglés, REM,
rapid eye movement), acompañados por un aumento de la respiración, la
pulsación y la presión sanguínea, que alcanzaban los niveles propios de
la vigilia. Este fenómeno ocupa una cuarta parte del tiempo que una
persona pasa dormida.
El descubrimiento de Dement reveló que aquellas personas a las que se
despertaba durante el sueño MOR manifestaban claros indicios de
trastorno psíquico y recordaban haber soñado. En función de estos
hechos, comenzaron a surgir teorías que suponen el inicio de un estudio
científico de los sueños y su función biológica y psicológica.
Etapas del sueño
Los estados y las fases del sueño humano se definen según los patrones
característicos que se observan mediante el electroencefalograma (EEG),
el electrooculograma (EOG, una medición de los movimientos oculares) y
el electromiograma de superficie (EMG). El registro de estos parámetros
electrofisiológicos para definir los estados de sueño y de vigilia se
denomina polisomnografía.
Estos perfiles entregan dos estados del sueño:
Sueño sin movimientos oculares rápidos (NMOR). Se divide en 4 estados:
La fase 1 del NMOR (fase del sueño ligero) es la transición desde la
vigilia al sueño; se la reconoce por la desaparición del patrón regular
α (alfa) e instauración de un patrón de amplitud baja y de frecuencia
mixta, predominantemente en el intervalo theta (2 a 7 Hz), con
movimientos oculares lentos "en balancín".
La fase 2 del NMOR se define por la aparición de complejos K y de husos
de sueño superpuestos a una actividad de base similar a la del estado 1.
Los complejos K son descargas lentas, negativas (hacia arriba) y de
amplitud elevada que se continúan inmediatamente después por una
deflexión positiva (hacia abajo). Los husos de sueño son descargas de
alta frecuencia de corta duración que presentan una amplitud
característica con subidas y bajadas. No hay actividad ocular y el EMG
da un resultado similar al estado 1.
La fase 3 del NMOR se caracteriza por ser un sueño con más del 20% (pero
menos del 50%) de actividad delta de amplitud elevada (> 75 microV)(0,5
a 2 Hz). Los husos del sueño pueden persistir, sigue sin haber actividad
ocular, y la actividad del EMG permanece en un nivel reducido.
En la fase 4 del NMOR (la fase de mayor profundidad en el sueño), el
patrón electroencefalográfico lento y de alto voltaje de la fase 3
comprende al menos el 50% del registro.
El conjunto formado por las fases 3 y 4 del NMOR se denomina sueño de
ondas lentas (SOL), delta o profundo.
Sueño de movimientos oculares rápidos (MOR), conocido también como
"sueño paradójico", desincronizado o D. El sueño MOR se caracteriza por
un EEG de baja amplitud y de frecuencia mixta similar al de la fase 1
del NMOR. En este contexto, se producen brotes de actividad más lenta (3
a 5 Hz) con deflexiones negativas superficiales ("ondas en diente de
sierra") que se superponen con frecuencia a este patrón. El EOG da
muestras de MOR similares a las que se observan cuando la persona en
cuestión permanece despierta y con los ojos abiertos. La actividad del
EMG permanece ausente reflejando la atonía muscular completa de la
parálisis motora descendente característica de este estado.
Interpretación de los sueños:
En muchas culturas se atribuye un valor profético al sueño,
concebido como un mensaje cifrado de origen divino que es necesario
desentrañar. Esta creencia se encuentra, por ejemplo, en la Biblia
(donde José interpreta los sueños del Faraón: Génesis 41:1-36). En
Grecia la oniromancia fue una actividad habitual: aún hoy se conserva un
manual de interpretación de sueños, el de Artemidoro, del siglo II d. C.
Sin embargo, uno de los filósofos de la Grecia antigua, Heráclito
(h.540-h. 480 a.C), sostuvo hacia el 480 a.C. que los sueños no tienen
significado alguno fuera de los pensamientos de la persona que los
evoca. En este sentido, Heráclito se anticipó por muchos años al
pensamiento científico que intenta explicar en qué consiste el proceso
del sueño en los organismos humanos y animales.
A principios del siglo XX, Sigmund Freud retoma la cuestión desde una
perspectiva racionalista con su Interpretación de los sueños (1900).
Esta obra se convirtió en uno de los libros más influyentes del siglo XX.
Al principio tropezó con una enconada resistencia, pues el psicoanálisis
representaba un enorme reto para la tradición occidental. Los trabajos
de Freud llamaban la atención sobre las zonas marginales del ser humano:
la irracionalidad y el sexo. Freud muestra que el inconsciente (y no la
conciencia) es la parte de nuestra psique que ordena todo nuestro pensar
y sentir. Según sus palabras: "El yo no es el señor de su propia casa".
El análisis de los sueños es para él la via regia de acceso al
inconsciente. Los psicoanalistas posteriores, ortodoxos o no, persisten
en este posicionamiento.
Para el psicoanálisis es importante distinguir en los sueños el
contenido manifiesto y el contenido latente.
El contenido manifiesto de los sueños es la historia o sucesos tal como
el soñante los vive, es un material elaborado a partir de las
experiencias cotidianas y los deseos reprimidos mediante los distintos
procesos de elaboración onírica. El contenido manifiesto no se encuentra
en el nivel del significado, sino del símbolo.
El contenido latente es el significado verdadero del sueño, el
psicoanalista se esfuerza por interpretar el contenido manifiesto del
sueño que el paciente le relata, para revelar el contenido latente, su
significado.
Carl Gustav Jung, discípulo heterodoxo de Freud, sostenía que los sueños
eran un órgano de información y de control. Los símbolos oníricos son,
según este autor, transmisores de mensajes instintivos a las partes
racionales de la mente del ser humano, y resulta necesario
interpretarlos para comprender el lenguaje de los instintos. Jung no
creía, como sí lo hacía Freud, que los sueños fueran un ropaje que
oculta otra cosa. Los sueños eran para Jung información y comunicación
de ideas expresadas dentro de los límites de un medio. Tras estudiar
unos ochenta mil sueños, llegó a la conclusión de que éstos son
relativos a la vida del observador. Este organiza sus imágenes oníricas
en un centro llamado sí mismo, el cual tiene la función de ordenar y
legislar toda la vida psíquica, ora consciente ora inconsciente, a
través de numerosos sueños que tienen lugar en la vida de la persona.
Jung interpretaba, pues, el sueño como único y relativo al soñador. Para
comprenderlo, debía examinarse el cuadro onírico como meollo del estudio
y el análisis.
Desde una perspectiva distinta a la terapeútica, el surrealismo
preconiza también la observación de los sueños. Las revistas del
movimiento ponen de moda la anotación de las fantasías nocturnas. En su
obra Los vasos comunicantes (1932), André Breton expone su visión del
fenómeno y, al mismo tiempo que reconoce la aportación de Freud,
polemiza con él por encontrarla insuficiente.
Función psicológica y biológica de los sueños:
El modelo de sistema nervioso que formuló Sigmund Freud está plasmado en
su artículo «Proyecto para una psicología científica», de 1895, aunque
publicado en 1954. Es un aspecto relevante que un artículo tan
importante para una teoría sobre el entendimiento humano no haya sido
publicado en los albores mismos de las hipótesis freudianas.
Freud suscribía la creencia de que el cerebro puede explicarse a partir,
pero no sólo a partir de, su estructura física, por lo que manifestaba,
contrariamente a como suele creerse, una postura propensa al fisicalismo.
Característicamente, las hipótesis de Freud tras la interpretación de
los sueños se infieren de estos supuestos. Consideraba a las neuronas
unidades diferenciadas que, cuales recipientes de descarga de energía
provenientes del sistema nervioso, propiciaban los impulsos y deseos
descargados mediante una realización consciente. Conjeturó, entonces,
que aquellos impulsos no descargados adecuadamente, eran sobrellevados
inconscientemente en los sueños.
Las ciencias cognitivas y la moderna neurociencia niegan que este modelo
tenga validez empírica. En particular, los psiquiatras Allan Hobson y
Robert Mc Carley, a partir de las evidencias fisiológicas a disposición
de la investigación, propusieron una teoría racionalmente plausible. El
cerebro, sostienen ambos científicos, es un generador de estados
oníricos. Cuando se activan regiones implicadas en los sueños, se
desencadena información que el cerebro trata de ordenar a través de un
proceso fisiológico. La región implicada es el pontino. Cuando una
persona sueña, células nerviosas del bulbo raquídeo llamadas pons son
cuarenta veces más activas. Se propone que son las responsables de
iniciar el conocido MOR (Movimiento Ocular Rápido) o REM (en inglés) y
las imágenes oníricas (a través de la activación de los centros visuales
del cerebro).
Al estar despierta una persona, los movimientos que efectúan los ojos
están a merced de centros más evolucionados que los pons. Cuando se
realiza un movimiento con el ojo, el cerebro es receptor de mensajes que
tienen la función de controlar la percepción. Bajo el sueño, las células
nerviosas del pontino transmiten información sobre los movimientos
oculares hasta los centros principales del cerebro. Ahora bien, dicha
información consistiría, en ocasiones, en una llana incoherencia para el
sistema cerebral que, en una persona despierta, comienza el movimiento
de los ojos. Consiguientemente, se concibe al sueño como una forma de
ordenar información, como una función biológica que intenta otorgar
sentido a esa fuente de información incoherente. El absurdo de los
sueños, teorizan ambos psiquiatras, es la falla del cerebro por integrar
adecuadamente su propia información. El cerebro, tras recibir la
información proveniente de los ojos en el MOR, intenta compararla con la
fuente de datos disponibles en la memoria a corto plazo.
La hipótesis de que el sueño
participa en la consolidación de la memoria reciente ha sido investigada
mediante cuatro paradigmas:
Efectos de la privación del sueño sobre la consolidación de recuerdos;
Efectos del aprendizaje sobre el sueño post-entrenamiento;
Efectos de la estimulación durante el sueño sobre los patrones de sueño
y sobre la memoria, y
Re-expresión de los patrones de comportamiento específico neuronal
durante el sueño post-entrenamiento.
Algunos de estos estudios confirman la idea de que el sueño está
profundamente implicado en las funciones de la memoria en humanos y
animales. Sin embargo, los datos disponibles aún son demasiado escasos y
en ocasiones contradictorios para confirmar o rechazar inequívocamente
la hipótesis de que la consolidación de memorias no-declarativa y
declarativa respectivamente dependan de los procesos de sueño MOR y NMOR.
Por otra parte, no se ha encontrado ninguna correlación entre la
cantidad de sueño que se registra en una especie y su capacidad
intelectual; si el sueño sirviera para consolidar la memoria, un gato
que duerme 16 horas diarias debería tener una memoria prodigiosa,
superior a la de un ser humano que sólo duerme ocho horas. También,
personas que no presentan sueño MOR, por ejemplo por lesiones
traumáticas en el rombencéfalo o debido al consumo de fármacos, no
tienen ningún problema en consolidar sus aprendizajes.
Otros estudios más recientes comparan el proceso de ordenamiento de la
memoria durante el sueño con el proceso de defragmentación de la memoria
de las computadoras, ambos persiguiendo un mismo objetivo de
mantenimiento y economía de recursos, preparándonos para una mejor
disponibilidad operativa de la memoria durante los momentos de mayor
utilidad, como el estar despierto o en actividad.
La privación del sueño aumenta la eficiencia del sueño:
Por eficiencia del sueño se entiende el tiempo que un sujeto pasa en
sueño verdadero durante el tiempo que se dedica a dormir.
Uno de los descubrimientos más importantes de la investigación sobre la
privación de sueño es que las personas que están privadas de sueño se
convierten en durmientes con un sueño más eficiente. Concretamente, en
su sueño hay una proporción más alta de ondas lentas (fases 3 y 4), lo
que parece servir a la principal función de recuperación.
Áreas del encéfalo implicadas en el sueño:
Región anterior del hipotálamo, área del prosencéfalo basal (sueño).
Región posterior del hipotálamo, área del mesencéfalo (vigilia).
Estas dos áreas del encéfalo qué están involucradas en la regulación del
sueño fueron descubiertas a principios del siglo XX, antes de que
surgiera la neurociencia comportamental moderna, por el neurólogo vienés
Barón Constantin Von Economo. Posteriormente la implicación de estas dos
áreas se confirmará mediante estudios de lesión en animales
experimentales
Fármacos que afectan al sueño:
La mayoría de los fármacos que influyen en el sueño pueden clasificarse
en una de dos categorías diferentes:
Hipnóticos: aumentan la cantidad de sueño.
Antihipnóticos: disminuyen la cantidad de sueño.
Hay una tercera categoría que cabría introducir, la de los fármacos que
influyen sobre la ritmicidad circardiana, siendo el principal fármaco la
melatonina.
Los sueños en la mitología y el arte:
Los sueños suponen para el ser humano un
pasaje a mundos no relacionados directamente con la realidad. El primer
indicio de la curiosidad humana por el sueño se remonta a la Grecia
clásica, en cuya mitología aparece Hipnos como dios del sueño, hermano
gemelo de la muerte no violenta (Tánatos) y hermano de las muertes
violentas (Keres) y las diosas del destino (Moiras), entre otros. Se le
consideraba hijo de la noche (Nyx), nacida a su vez del Caos. El sueño
aparece, pues, vinculado a la muerte y la noche.
Más adelante, en diferentes escritos sobre la mitología griega, aparecen
los hijos de Hipnos con una de las Nereidas, (Pasitea), llamados los
oniros. Éstos encarnaban cada uno de los posibles sueños, siendo
liderados por Morfeo, Fobetor y Fantaso. Morfeo se aparecía solo en
sueños de personalidades con forma humana, a diferencia de sus hermanos,
que representaban animales, plantas o seres inanimados.
Más tarde Morfeo ha pasado a sustituir a su padre, aunque según algunos
autores murió asesinado por Zeus. Morfeo presenta una temática muy
atractiva para el arte: ha sido esculpido por Jean-Antoine Houdon y
pintado por John William Waterhouse y Nicolas Poussin. Además, es
protagonista de canciones populares, como Mister Sandman de las
Chordettes, basada en su leyenda, u obras escritas como las novelas y
cómics creadas por el escritor Neil Gaiman de las cuales destaca The
Sandman.
El sueño en
los animales:
Cantidad en horas que duermen diferentes mamíferos por díaEl acto de
soñar ha sido sólo confirmado en el Homo sapiens. Algunos animales
también pasan por la fase MOR del sueño, pero su experiencia subjetiva
es difícil de determinar. Parece que los mamíferos son los animales con
mayor probabilidad de soñar debido a su ciclo del sueño similar al
humano. Quien se lleva las estadísticas en términos de sueño es el gato,
quien pasa un 70% de su vida durmiendo y a medida que envejece, su etapa
de vigilia disminuye ostensiblemente.
Los caballos, los patos y las ovejas pueden dormir de pie o echados. Sin
embargo, no pueden experimentar Sueño MOR mientras están de la primera
forma. El animal que más tiempo pasa en fase MOR durante el sueño es el
armadillo. Las ballenas y delfines son diferentes a los humanos: siempre
tienen que estar conscientes, ya que necesitan salir a la superficie a
respirar, solo una parte de su cerebro duerme cada vez. Fuente:
Wikipedia.org / InfoUruguay
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